Tiempo de hablar…

Hay tiempos para callar y tiempos para hablar, y hay tiempos políticos y tiempos económicos. Ahora que las tormentas electorales se han calmado, y sabemos quién marcará el camino de nuestro querido país en los próximos cinco años, me llegó el tiempo de hablar. También llegó el tiempo económico, el tiempo de pensar en nuestro futuro, individual y colectivo.

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Soy Manuel Ferreira Brusquetti. Coyunturalmente, ministro de Hacienda. Estudié en Paraguay, Inglaterra y Estados Unidos. Vengo de una familia de larga tradición de trabajo y conducta, tanto por el lado de mi padre como por el de mi madre. No tengo afiliación política. Soy economista. Y como técnico quiero presentar y explicar algunos temas referidos a mi gestión.

Estoy convencido de que hemos alcanzado metas importantes en estos 10 meses desde que asumí la dirección del Ministerio de Hacienda. Creo haber aprovechado la oportunidad de encarar temas que hace mucho estaban pendientes para la economía paraguaya, procesos que consideraba urgentes para empezar a revertir ciertas realidades: la pobreza extrema que se traduce en accesos diferenciales a oportunidades, o la volatilidad de una economía dependiente de la agricultura y, por efecto de esta, del clima. Realidades estas, que 8 años de superávits fiscales, inflación controlada y mentadas políticas sociales de los últimos gobiernos no han logrado superar.

Para ello, un primer paso fue fortalecer la capacidad recaudatoria del Estado. Por esto, impulsamos la aprobación del impuesto a la renta personal (IRP) y presentamos un proyecto con modificaciones al sistema tributario, que incluyen la generalización del impuesto al valor agregado (IVA) a los productos agropecuarios y la modificación del impuesto a la renta agropecuaria (Imagro).

Pero no es suficiente que se recaude bien para que el Estado sea una institución útil al pueblo: también hay que gastar bien. La ley de Fonacide, aprobada en el Congreso en setiembre de 2012 sobre la base del proyecto presentado por el Ministerio de Hacienda, permite iniciar un proceso de mejora del gasto público: asigna recursos obligatoriamente a la educación, la salud y la infraestructura. Como contrapartida, tenemos el gran problema de las cuentas públicas: el crecimiento exorbitante de los gastos corrientes, en especial de los salarios públicos. Los gastos en la planilla salarial del Gobierno subieron 100% desde 2008; es decir, en el 2012 ¡se pagó 1.240 millones de dólares más en salarios que en el 2008! Con la campaña que hicimos con medios de prensa, empresarios y candidatos logramos congelar los salarios en el presupuesto 2013. Por primera vez se consiguió congelar los salarios en un año electoral. Reconozco y agradezco a todos los que apoyaron este tema, entre los que se encuentra el Presidente electo. Ahora estamos planteando, conjuntamente con el equipo de transición del gobierno electo, una ley de responsabilidad fiscal que pueda garantizar un futuro de gasto serio y eficiente, sin derroches y con altas capacidades de invertir.

Para sostener la estabilidad lograda con mucho esfuerzo por mis antecesores, era necesario preservar y fortalecer al Banco Central del Paraguay (BCP). Cuando llegué a Hacienda, el BCP tenía solamente dos miembros. Después de una dura lucha con parte de la clase política conseguimos nombrar la totalidad de sus miembros en agosto de 2012. También hacía falta capitalizar el Central que había pagado con sus recursos las sucesivas quiebras de bancos e instituciones públicas como LAP a lo largo de más de 40 años. Después de interminables debates entre técnicos de Hacienda y el BCP, y haciendo uso de las atribuciones que nos daba la ley, finalmente en el mes de diciembre de 2012, después de 10 años de debate e incluso procesos judiciales entre ambas instituciones capitalizamos el BCP por un valor de 870 millones de dólares. Hoy tenemos una autoridad monetaria sólida patrimonialmente y con técnicos de clase mundial al frente.

Con respecto a la volatilidad del crecimiento del país, hemos enfrentado este tema con una fuerte apuesta en la inversión para desarrollar descaradamente otros sectores y empezar a crecer de manera estable. La base para este desarrollo es la electricidad, que producimos de manera abundante y en forma limpia y barata. Hay que invertir, hay que desarrollar la red eléctrica, hay que construir rutas, hay que, en síntesis, mostrar el camino. Si el Estado no se anima a invertir ¿quién se va a animar? Emitir bonos era una alternativa eficiente para conseguir fondos para invertir y además tenía la externalidad positiva que nos posicionaba en el mundo. En esa convicción, empezamos a trabajar con técnicos de Hacienda y el Banco Central. Este formidable grupo consiguió emitir 500 millones de dólares el 17 de enero de este año a la tasa más baja que se conozca en la historia de los mercados financieros para un bono inaugural de un país. Decían que ese dinero se iba a utilizar mal, que iba a usarse en la campaña electoral, que se iba a derrochar. Hasta la fecha no se ha gastado un centavo de dólar y estamos coordinando con el equipo de transición del gobierno electo cómo empezar a invertirlo. El Estado solamente ha mostrado el camino. Pero sus recursos no son infinitos y no deberían agotarse en proyectos que pueden ser financiados con capital privado. Para ello hemos planteado la ley de asociaciones público-privadas para que el capital privado pueda financiar la obra pública.

Y en el afán de hacer cosas, también nos equivocamos. Asumo la responsabilidad de no haber medido las consecuencias políticas de un acto administrativo absolutamente legal: el pago de tierras del Indert. Esta transacción administrativa, una más de las 80 efectuadas a diario en Hacienda, fue utilizada como tema principal de los últimos días de la campaña electoral. Fue un error no medir las consecuencias políticas de dicho pago y por esto pido disculpas.

¿Qué nos depara el futuro? El gobierno de Horacio Cartes es el gobierno electo que más recursos recibirá para invertir en la historia del país. Hoy existen más de 2.000 millones de dólares totalmente financiados para construir las rutas, los puentes, las viviendas, las escuelas, las obras públicas, que nuestro país hace tantos años necesita.

No puedo más que desearle suerte al gobierno entrante. Que su tarea sea eficiente, efectiva y honesta, porque eso necesitamos todos los que vivimos en este hermoso país. Y debo agradecerle a Federico Franco por la confianza que depositó en mi gestión en todos estos meses y por haberme dado esta enorme oportunidad de serle útil a mi país.

En lo que a mí respecta, he tratado de cumplir a cabalidad la tarea que se me encomendó. Espero haberlo logrado.

Ministro de Hacienda

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