Tiempo de decisiones para una universidad en favor de la competitividad

La corrupción cae por su propio peso, eso lo saben los directivos de la VW, que engañaba al público manipulando los test de emisión de gases tóxicos de los autos diésel, que contaminaban 40 veces más de los estándares permitidos por la Agencia Medioambiental de Estados Unidos (EPA) y la ayudó a posicionarse en el exigente y competitivo mercado norteamericano. La VW fue alertada del estudio, según el Financial Times, pero desechó la información.

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La pérdida de confianza causada por las malas acciones de VW afectan no solo al sector automotor y al valor de la compañía –las acciones disminuyeron un tercio–, sino a toda la industria alemana, que ve lastimada su orgullosa tradición de excelencia “Made in Germany”.    

El director de la VW trató de mantenerse en su puesto, alegando desconocer el engaño, aunque ante la presión renunció. El gesto no exime a la VW ni al máximo ejecutivo de enfrentar a la justicia norteamericana, que busca determinar hasta qué grado y hasta qué nivel, dentro de la organización, las autoridades conocían la manipulación de datos que afectan al medio ambiente, tema sensible y del cual se hizo eco el papa Francisco en sus discursos ante el Congreso norteamericano y ante la ONU.    

¿Pensaron las autoridades que nunca serían descubiertas? Tal vez no se percataron de que la tecnología evoluciona; así como surgieron softwares para delinquir también aparecieron otros para controlar. ¿Dónde? En la universidad. El profesor Carl Tobias, de la Universidad de Richmond, fue recolectando información durante años, base para efectuar las pruebas y gracias al cruzamiento de datos con otra institución californiana demostró y denunció la manipulación de las pruebas. Es el paciente trabajo académico de investigación, la recolección de datos sistematizada y analizada dentro de un ámbito de integridad el que permite que se genere el conocimiento, cuyo fin último es estar al servicio del bien común.  

El caso de VW es también una lección para todas las autoridades nacionales, y en especial las relacionadas con las universidades. La corrupción cae por su propio peso, ayudada por grupos que van recolectando información en forma sistemática, y, finalmente, corroborada por las autoridades encargadas de velar por el cumplimiento de las regulaciones, imponiendo las multas y las penas carcelarias, si fuere el caso.  

La renuncia del rector y la intervención de la UNA deben ser el inicio de un proceso de cambio total, donde las autoridades reconozcan que el rol de la universidad es crear la posibilidad de producir CONOCIMIENTO. Se trata del futuro de miles de jóvenes, que interpelan con sus demandas para obtener una educación de calidad con los recursos disponibles, que las sexagenarias autoridades utilizaron en beneficio de unas pocas familias.

La tarea de erigir a la UNA, y a todas las universidades del Paraguay, en instituciones de calidad tiene dos aristas íntimamente ligadas: la administrativa y académica. La primera decisión de las nuevas autoridades debe ser anular todas las designaciones subjetivas y arbitrarias de seudodocentes e investigadores, de modo a reasignar los recursos en favor de una educación de calidad. Las evidentes pruebas de malversación indican que la universidad cuenta con recursos financieros suficientes para la contratación a tiempo completo de profesionales con méritos académicos, en concursos objetivos y transparentes. El Paraguay merece contar con facultades de Economía y Derecho con profesores calificados que se dediquen efectiva y eficientemente a la docencia e investigación. Esta es la primera decisión estratégica para iniciar el proceso de calidad, independientemente de las acciones en el ámbito penal.    

La segunda decisión estratégica se relaciona con el proceso académico en sí mismo. Basta de exámenes amañados. Basta de seudomesas examinadoras, disponibles en fecha para quien esté dispuesto a pagar. Basta de certificados de “cartón”, que servirán para ocupar cargos públicos o justificar aumentos de salarios. Basta de prácticas de docentes que otorgan “5” para evitar la tarea de corregir y ganarse la simpatía de estudiantes y directivos. Basta de directores y coordinadores académicos venales, que a sabiendas encubren las malas prácticas académicas, impidiendo así gestar procesos educativos de calidad, base fundamental para incrementar la competitividad del país.    

Y para los que estamos del otro lado, basta de alcahuetear a las autoridades para conseguir prebendas o hacer negocios. Que el profesor sea profesor, que el técnico sea técnico, que el investigador sea investigador. Que el político sea político. Que el empresario sea empresario. Que el estudiante sea estudiante.    

Basta de seudointervenciones. Basta de la seudoastucia, que como planta trepadora va consumiendo y secando  al árbol que la sostiene. Que las intervenciones sirvan para el bien común.    

Es tiempo del conocimiento asociado inexorablemente a una educación de calidad. El medio ambiente y los jóvenes nos exigen una mayor preparación para soñar e iniciar los pasos para el desarrollo a largo plazo. La integridad es esencial.

gladysbenegas@tigo.com.py

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