Cargando...
El jardín de toda casa se erige, aún salvaje, como una universidad ecosistémica. Cuando me mudé donde vivo actualmente, el patio estaba vacío; solo había un arbolito enfermo de naranja agria. Ignorante sobre este árbol, pensé: “Cualquier día lo mando desraizar y planto otro”. Vaya a saber cómo el árbol leyó mi pensamiento y solito comenzó a sanar y a dar frutos sanos y enormes. Al final no pude cortarlo. Hoy nuestra relación ha cambiado, las naranjas caen, caen y caen cada año. Como no alcanzo a consumir todo, dejo en la vereda para que la gente las lleve. Lamentablemente no he tenido el éxito que quisiera, más de una vez me dijeron: “Pensé que era naranja dulce, dejo nomás, éste no me gusta”. Su sabor amargo hace que la fruta sea rechazada injustamente. Y en vano vamos a esperar que el Ministerio de Salud, por ejemplo, haga campañas sobre consumir frutas que no están en debate económico. No lo vamos a esperar porque no tenemos autoridades ni médicos que defiendan las curas naturales, baratas y eficaces.
Permítanme nombrarles solo algunas de las propiedades de la naranja agria: “De su cáscara se preparan licores. La infusión de las hojas, brotes y de la cáscara tiene propiedades estimulantes, tónicas y antiespasmódicas. El jugo de la fruta permite preparar jugos ricos en vitamina C” (Tesoro de la Lengua Guaraní. Antonio Ruiz de Montoya, 1639). Además se resaltan sus efectos como adelgazante, específicamente quemando grasas donde ésta se almacena pero sin alterar la masa muscular. Se usa además para curar indigestión, náuseas, estreñimiento, congestión nasal e infecciones de hongos. Por el lado de la contraindicación, se cita tener cuidado con sus estimulantes químicos sinefrina y octopamina, que pueden acelerar el metabolismo y provocar efectos secundarios peligrosos, incluyendo presión sanguínea y ritmo cardíaco elevado, ataques al corazón y apoplejía.
Siempre es bueno consumir cantidades equilibradas, hacerse asesorar por personas que conozcan sobre su uso.
El tema central es aprender a apreciar el valor de la fruta, después, cuando saciemos la salud física, tal vez nos surja hacer cosas bellas, tal como el artista Koki Ruiz recuperó los candiles de apepu.
Apreciemos lo que tenemos para que no muera, evitemos que esta brutal dependencia de lo artificial siga creciendo, y, sin menospreciar los avances médicos, prevalezcamos la medicina natural antes que la farmacéutica. El apepu nos ofrece en este inicio de estación gratuitamente sus frutas a granel, no las rechacemos por pereza o desconocimiento. Siempre es un “a buen tiempo” para compartir un té, un kosereva o un delicioso vaso de jugo.
lperalta@abc.com.py