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Casi cada año los cañicultores sufren serios problemas de comercialización, ya sea porque el mercado está saturado, precios bajos, daños causados por fenómenos naturales, como sequía, heladas o, simplemente, porque los acopiadores no pagan. Todos los empresarios azucareros fueron denunciados en algún momento de su funcionamiento por no haber cumplido su compromiso con los proveedores de la materia.
El rubro recibió los mayores golpes en las dos últimas temporadas y los cultivadores resultaron más perjudicados.
Varios factores conspiraron para la debacle del sector y el contrabando de azúcar es el más importante. Dos industrias prácticamente dejaron de funcionar y la petrolera estatal (Petropar) operó a media máquina. El resultado: una inmensa cantidad de parcelas no cosechadas.
Uno de los caballitos de batalla del presidente de la República, Horacio Cartes, al asumir la primera magistratura era la reducción de la pobreza. Se puede afirmar que ningún pueblo puede reducir la pobreza económica cuando no venden sus productos y si lo hacen es a precio muy por debajo de lo normal.
Ningún organismo del Estado se ocupó o preocupó en encontrar una salida a esta problemática. Tampoco promocionar el cultivo de otros rubros para no repetir la misma historia en casi cada zafra.
Está próximo el inicio de la zafra 2015 y las autoridades abandonaron a su suerte a los productores, ese sector de trabajadores que no atropellan o invaden propiedades. Pareciera que los mandamases de turno prefieren esperar que pierdan la paciencia y se conviertan en campesinos sin tierra, sintechos o piqueteros para cerrar rutas.
Ante la inacción del Gobierno, estos compatriotas podrían cambiar de vida, pasarían de ser trabajadores a haraganes. No es necesario ser adivinos para saber las consecuencias que eso tendría: aumento de la delincuencia y la inseguridad.
gperez@abc.com.py