Soledad femenina

Desde el inicio del 2017 está vigente la Ley que castiga el femicidio en Paraguay. Para demostrar nuestra emoción ante la nueva norma, le dimos la bienvenida con una serie de crímenes contra la mujer. Pero también de inmediato y lejos de nuestras fronteras, se produjo el “mal de otros” que siempre nos consuela: el Parlamento Ruso aprobó la despenalización de la violencia doméstica. Ya no más cárceles a los golpeadores de la ex Unión Soviética, pues castigar a la esposa “costará” solo 500 euros de multa. Aún a pesar de magulladuras y moretones que exhibieran las víctimas como consecuencia del maltrato. La primorosa Ley, fue sancionada con el SI de 359 diputados (varones y mujeres), UN voto en contra y UNA abstención.

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Querríamos abogar no obstante porque la ley, la nuestra, se convierta en motivo de esperanza de días mejores para nuestras madres, hermanas, hijas, amigas o parejas. Aunque ninguna norma será eficiente y suficiente si no detectamos, combatimos y desterramos, las variadas formas de discriminación, abuso y menoscabo hacia la mujer. Visto que la violencia que se denuncia y gana la atención de las redes (a veces solo por pura y humana morbosidad), es solo una pequeña parte de lo que sucede y conocemos. Pues no hay que forzar mucho la imaginación para certificar que existen miles de casos de los que nada se sabe, porque no llegan a las variadas “modalidades” del asesinato. Una violencia generalizada e impune que deja a las mujeres con algo más que golpes y moretones, porque la hostilidad solapada y constante traen como secuela las profundas heridas del alma, que no se ven ni se curan: la de las esperanzas frustradas, las ilusiones rotas y la dignidad pisoteada. Dolores que no se superan fácilmente y terminan convirtiendo la vida de seres humanos femeninos en un verdadero calvario. No solo porque durante esa especie de “depredación social”, perdieron la autoestima y el respeto de los suyos, sino sufrieron –y sufren– la indiferencia de sus parientes, de sus vecinos y del resto de la sociedad. Además, desde luego, del abandono del Estado. Actitudes que en realidad son guiños de complicidad hacia los victimarios, especialmente por la inacción de una Policía todavía devota de la arbitrariedad y más que contaminada de “solidaridad” machista.

Empecemos por el comienzo y sin la pretensión de polemizar con exégetas o bibliófilos que hoy “reinterpretan” el papel secundario que las Sagradas Escrituras han otorgado a la mujer desde el inicio de los Santos, digamos que, en aquellos tiempos, la vida de las mismas debía transcurrir “en silencio (…) con toda sujeción y sin ejercer dominio sobre el hombre…”. Pero cuando finalmente y pasados 20 siglos, ella pudo elevarse sobre sus limitaciones, sobre la ignorancia y los prejuicios, y pudo desarrollar sus talentos y defender su dignidad … fue cuando anticipó su infierno. Cuando la mujer se levantó contra el determinismo machista que la desamparaba y decidió decidir, recibió su castigo. Cuando dijo NO a un prepotente infradotado. O arriesgó un “ya no te quiero”; o un “andate” o un “yo me voy”, para enfrentar la “poderosa razón” del “¡conmigo o con nadie!”, empezó la seguidilla de crímenes que NO VA A PARAR con una ley. Y será simplemente así porque la redención femenina no es acompañada por el sistema de enseñanza, no afectó las estructuras del Estado ni produjo el desmantelamiento de los estereotipos publicitarios que explotan la figura de la mujer como un componente superfluo o desechable; como un factor de tentación o lujuria cuando no un “producto” de equívocos significados.

Tanto en los estands de exposición, en las conferencias de prensa o en la propaganda convencional de los medios masivos, en la que generalmente se cuenta con el auspicio de agencias de publicidad y empresas que suelen declamar su apego a la “responsabilidad social”. En resumen y aún en desigual lucha por la conquista de sus derechos, con una Ley de amparo, pero desamparada, la mujer paraguaya está nuevamente SOLA. Como en los tiempos que motivaron la admiración del papa Francisco: luchadora, digna, heroica… pero sola. Desoladoramente SOLA.

A partir de la Ley del Femicidio y para que la misma cuente con el respeto de todos y efectivo vigor: el reconocimiento a la Mujer Paraguaya debe convertirse en CAUSA NACIONAL, para usar una frase grandilocuente y de moda. Para que las mismas mujeres afirmen su visión femenina del mundo y de la sociedad. Eligiendo líderes que representen los atributos esenciales del género y no aquellas que reproducen los vicios masculinos. En el ejercicio de la política, por ejemplo. Porque de la misma forma que toda la “esperanza joven” es habitualmente contaminada con los gérmenes de la vieja guardia partidaria, así las mujeres deberán evitar que en sus barricadas alguna “militante” esté apuntando en contra de sus objetivos de lucha. Y finalmente, si los cambios de actitud llegan a los calificativos y seguimos mentando el “sexo débil” … ¿qué tal si al de los hombres llamamos el sexo idiota? O algo por el estilo. Se esperan sugerencias…

jrubiani@click.com.py

Dónde denunciar hechos de violencia contra la mujer

Si sos víctima o tenés conocimiento de un caso de violencia contra la mujer llamá al 137 “SOS mujer”. Tiene cobertura nacional las 24 horas, todos los días, y es gratuita.

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