Mi madre era una eterna fiesta, ya en el invierno como en la primavera (cómo la voy a extrañar ahora que tomó un tren con destino a un cielo empapado de estrellas ). Solía ella comentarme que los jóvenes son rebeldes sin causa, rebeldes porque sí. "Qué bueno que así sean, qué macanudo, qué fantástico, al fin de cuentas, porque el día que contraigan responsabilidades y tengan ya el compromiso de la edad madura encima, las cosas cambiarán totalmente para ellos", me decía.
Esto de ser joven, en nuestro país, y de verse postergado, desplazado, porque los políticos y el establisment, al tragarse el dinero del Estado, van dejando cada vez menos margen de trabajo honesto para la juventud, es muy penoso.
Que estalle ya la rebeldía con causa en los jóvenes, caramba. Que no se dejen llevar por esta pesada atmósfera de quietismo, de subordinación, de aceptación, de sumisión, si no que se manifiesten en las plazas y lugares públicos exigiendo espacios laborales. ¿Por qué están prisioneros del silencio en su mejor tiempo?
¿Cómo se entiende, cómo se acepta esto de ser joven y no tener más chance que quedarse acostado en la cama hasta el mediodía, cambiando de cuando en cuando de posición, desplazando o encimando las almohadas, y seguir durmiendo, durmiendo, durmiendo?
¿Qué es esto de ser joven, y vivir un estado de intranquilidad? La sangre corre con fuerza por las venas, respondiendo a la razón inapelable de la naturaleza, pero los días, las semanas y los meses pasan tristes, flacos, y sin mayor cosa que hacer, salvo quemar ociosamente las horas.
No hay ninguna novedad sino que lo mismo, lo de siempre: la pobreza está en su puesto, y los politiqueros corruptos, en sus puestos, también.
La rebeldía de los jóvenes contra este sistema político que les roba las chances de ser lo que ambicionan ser debe prenderse tomando dimensiones y alturas. ¿Por qué seguir en la sumisión cuando la paciencia se perdió?
¿Por qué continuar arrodillados cuando demasiada gente se ha enriquecido a través del robo sistemático desde que el Partido Colorado se hizo gobierno en el Paraguay?
El panorama es el mismo, el de todos los días. Las palabras de los políticos ya no dicen nada; estorban mucho, eso sí. Es una evidencia grande como una montaña el robo que se le hace escandalosamente al pueblo desde los distintos puestos de poder.
¡Sangre en las venas! ¡Sangre en las venas! ¡Creatividad en la cabeza! ¡Creatividad en la cabeza!
Jóvenes, esta primavera no les disculpará si se quedan estáticos, quietecitos, calladitos, sentaditos y buenitos.
Organicen marchas y exijan lo que es suyo desde siempre: un país donde se pueda vivir dignamente, donde cada joven tenga su oportunidad de trabajar, de estudiar, de llegar a sus metas, y al éxito merecido.
Entiendo, trato (trabajosamente) de comprender el silencio, la sumisión, la resignación de los viejos, pero la de los jóvenes nunca, nunca, jamás.
Salir a las calles, hacer marchas los sábados, tomar las plazas y los vientos, no dejarse asfixiar por el espeso aire de la corrupción, romper las cadenas de la esclavitud moral, no podrirse en vida, no arrodillarse jamás ante un gobierno agusanado, es la causa de la juventud.
delfina@abc.com.py
Esto de ser joven, en nuestro país, y de verse postergado, desplazado, porque los políticos y el establisment, al tragarse el dinero del Estado, van dejando cada vez menos margen de trabajo honesto para la juventud, es muy penoso.
Que estalle ya la rebeldía con causa en los jóvenes, caramba. Que no se dejen llevar por esta pesada atmósfera de quietismo, de subordinación, de aceptación, de sumisión, si no que se manifiesten en las plazas y lugares públicos exigiendo espacios laborales. ¿Por qué están prisioneros del silencio en su mejor tiempo?
¿Cómo se entiende, cómo se acepta esto de ser joven y no tener más chance que quedarse acostado en la cama hasta el mediodía, cambiando de cuando en cuando de posición, desplazando o encimando las almohadas, y seguir durmiendo, durmiendo, durmiendo?
¿Qué es esto de ser joven, y vivir un estado de intranquilidad? La sangre corre con fuerza por las venas, respondiendo a la razón inapelable de la naturaleza, pero los días, las semanas y los meses pasan tristes, flacos, y sin mayor cosa que hacer, salvo quemar ociosamente las horas.
No hay ninguna novedad sino que lo mismo, lo de siempre: la pobreza está en su puesto, y los politiqueros corruptos, en sus puestos, también.
La rebeldía de los jóvenes contra este sistema político que les roba las chances de ser lo que ambicionan ser debe prenderse tomando dimensiones y alturas. ¿Por qué seguir en la sumisión cuando la paciencia se perdió?
¿Por qué continuar arrodillados cuando demasiada gente se ha enriquecido a través del robo sistemático desde que el Partido Colorado se hizo gobierno en el Paraguay?
El panorama es el mismo, el de todos los días. Las palabras de los políticos ya no dicen nada; estorban mucho, eso sí. Es una evidencia grande como una montaña el robo que se le hace escandalosamente al pueblo desde los distintos puestos de poder.
¡Sangre en las venas! ¡Sangre en las venas! ¡Creatividad en la cabeza! ¡Creatividad en la cabeza!
Jóvenes, esta primavera no les disculpará si se quedan estáticos, quietecitos, calladitos, sentaditos y buenitos.
Organicen marchas y exijan lo que es suyo desde siempre: un país donde se pueda vivir dignamente, donde cada joven tenga su oportunidad de trabajar, de estudiar, de llegar a sus metas, y al éxito merecido.
Entiendo, trato (trabajosamente) de comprender el silencio, la sumisión, la resignación de los viejos, pero la de los jóvenes nunca, nunca, jamás.
Salir a las calles, hacer marchas los sábados, tomar las plazas y los vientos, no dejarse asfixiar por el espeso aire de la corrupción, romper las cadenas de la esclavitud moral, no podrirse en vida, no arrodillarse jamás ante un gobierno agusanado, es la causa de la juventud.
delfina@abc.com.py