Cargando...
La contaminación sonora es un drama, no solo en San Ignacio, sino en San Juan Bautista y otras localidades. Los ruidos molestos, la música a todo volumen, comienza a la medianoche o la 01:00 –cuando la gente que trabaja necesita descansar– y se prolonga hasta las 06:00.
A esto se suma el caos del tránsito vehicular en las rutas y en las calles, que pone en peligro la vida de las personas.
La ciudadanía no tiene asegurada la tranquilidad ni el resguardo que garantiza la Constitución Nacional y las leyes. A partir de la medianoche en las discotecas o locales de fiestas empieza el griterío infernal y la música a todo volumen.
Mientras los adolescentes y jóvenes danzan al son de “a mover la cadera”, “y salta y salta y salta salta salta”, “hep hep hep” y el “perepepé”, niños, personas de la tercera edad y enfermos, así como gente adulta intenta descansar.
Se perdieron las reglas de urbanidad y los organismos de seguridad, como la Policía Nacional y la fiscalía, están rebasados o no intervienen.
Por otra parte, las municipalidades tienen la responsabilidad de hacer cumplir las ordenanzas que regulan el tránsito y los ruidos molestos en las zonas urbanas. Tienen la obligación de sancionar a los infractores.
La reglamentación para evitar los excesos en ruidos molestos o contaminación sonora es una obligación de la Junta Municipal. Las normativas deben servir para velar por la seguridad y la tranquilidad de la población.
rmontiel@abc.com.py