Reflexión y armonía espiritual

Mucha gente está preocupada porque no sabe qué hacer en los días santos. En nuestro país, la mayoría profesa la religión católica; siendo así, desde el jueves, hay feriado nacional para fortalecer la fe y celebrar la Pascua de Resurrección, la fiesta más importante para los creyentes.

Cargando...

Por supuesto, los comentarios sobre la santidad de estos días están a la orden del día, en toda su escala, desde los inocentes hasta los agresivos. Pero sin entrar en ese tema, es bueno decir que nuestra sociedad necesita paz, y esta Semana Santa podemos colaborar y crecer un poquito. Evitemos las peleas innecesarias y los desequilibrios en el comer y beber. Son prevenibles las muertes durante el largo feriado, aunque penosamente abundan las rondas de tragos durante el juego de naipes –una tradición todavía existente–. Luego, las excursiones al río o arroyo, las discusiones entre familiares que vienen de visita a la casa de los padres. Hay gente que se deprime por no viajar al interior; así, junto a su familia emprenden viaje en autos en malas condiciones y, además de excederse en la velocidad, manejan después de haber tomado alcohol. Así hay mucho folclore peligroso que se repite. Cada año aumentan las muertes y accidentes durante la Semana Santa. Por supuesto, mucho de este resultado trágico está relacionado con la pérdida de los valores religiosos aplicados en el día a día. No es noticia que el materialismo y hedonismo formen parte de una ingeniería de dubitación y negación que se activa doblemente en fechas de fervor y expresión cristianos.

Sí que tenemos temas para reflexionar en silencio. Vivimos tiempos de ruidos ensordecedores tanto externos como internos, gritos, choques brutales, defensas y ofensas de la verdad, de qué es la verdad, de “mi verdad, tu verdad”, etc. Creo que a todos nos vienen bien unos días de calma; si no es posible frenar, al menos, disminuir los embistes y reflexionar sobre los valores comunes que estamos necesitando como país. Pongamos un poco de equilibrio, primero en nosotros mismos y por añadidura llegará a nuestras relaciones sociales.

Evitemos las peleas, mantengamos nuestros impulsos controlados; también es medicina dejarnos reposar. Para los no creyentes que se toman como diversión estos días, háganlo con mesura, sin perjudicar a otros; no entremos en discusiones desagastantes: “Si yo no soy creyente y quiero escuchar mi música el Viernes Santo, el vecino tiene que respetarme”, como una vez escuché que “razonaba” un conductor de radio.

Démosle la profundidad que podamos a la Semana Santa. El descontento que a muchos produce es un síntoma del vacío y sin sentido que se expande en nuestro tiempo. Y para cada cristiano es tiempo de compenetrarse y comprometerse con el sentido verdadero de la Resurrección de Cristo, entendida como el nacimiento de un hombre nuevo.

Sobre cumplir o no con los ritos, decía un monje cartujo en la película (recomendada) El gran silencio: “Los símbolos no son cuestionables; nosotros lo somos”. Nuestro estado interior es el que tiene que perfeccionarse también a través de la oración consciente y comunitaria.

lperalta@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...