“Pulverizar” el cuoteo

La reforma del Poder Judicial en nuestro país es una cuestión de la que se viene hablando desde hace años, en forma cíclica, cada vez que los actores políticos de turno creen conveniente a sus intereses impulsarla, y no precisamente basados en el reclamo reiterado de la ciudadanía por un mejor servicio de justicia.

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El año pasado no fue la excepción. Se insistió mucho en la reforma de la justicia. Se instaló el tema en la opinión pública. Sin embargo, absolutamente no existe el más mínimo interés de reformar la justicia. Lo que realmente pretende el poder político es ubicar en los lugares clave de la estructura judicial a fiscales, jueces y magistrados de quienes se puedan valer en determinados momentos.

Así lo demostraron en varias ocasiones, y ahora nuevamente pretenden una “reforma judicial” cambiando a algunos ministros de la Corte Suprema de Justicia. El cambio simple y llano de algunas personas de la cúpula judicial no significa que haya una reforma en la justicia para poner en vigencia un mejor servicio a la ciudadanía de parte de ese poder del Estado, amén de que algunos ministros no estuvieron a la altura de las exigencias éticas, morales y de justicia.

Una real reforma en ese sector se dará en nuestro país cuando se logre “pulverizar” el sistema judicial corrupto e inmoral, y sobre todo la politización de nombramientos de fiscales, jueces y magistrados.

Desde la vigencia de la Constitución Nacional de 1992 los nombramientos en distintos cargos de la estructura del Estado, como el Poder Judicial, la Fiscalía General del Estado, la Contraloría General del República, entre otros, pasaron inexorablemente por un perverso cuoteo de poder de dirigentes partidarios de turno.

Pretender que esa situación cambie será difícil, puesto que esa decisión está en manos de los mismos políticos que ocupan bancas en ambas cámaras del Parlamento, cuyos representantes en organismos, como el Consejo de la Magistratura, tienen a su cargo la selección de ternas de candidatos.

Para tener una buena selección de personas capaces, idóneas, honestas y con vocación para desempeñarse en la función pública como la ciudadanía espera, tendrá mucho que ver la conducta de los miembros del Consejo de la Magistratura.

El proceso de llenado de la vacancia dejada en la Corte Suprema por Víctor Núñez constituirá una prueba para dicho Consejo en el sentido de seleccionar a los mejores para las ternas, sin tener en cuenta su afiliación partidaria ni recomendaciones de padrinos políticos, y lograr así revertir ese descreimiento en que cayó esa institución.

De ahí la importancia de “pulverizar” el perverso cuoteo de poder que se da en la República, que causa tanto daño a la ciudadanía por la creciente pérdida de fe en las instituciones y en la honestidad e integridad de los funcionarios que deben estar al servicio de la gente y no sirviéndose de ella y enriqueciéndose con acciones deshonestas e inmorales.

epaciello@abc.com.py

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