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La situación de miseria y abandono en que está sumergida la comunidad no se ajusta con su atractivo eslogan de “Para seguir progresando”, lo que lo llevó a ocupar el sillón municipal en el 2010.
No se necesita ser un buen crítico, solo basta con ser un buen observador para dimensionar dicha situación.
No se puede hablar de progreso cuando la ciudadanía convive entre tantas deficiencias como la falta de caminos en buen estado. Pese al endeudamiento del contribuyente para la adquisición de una nueva motoniveladora, las calles no son reparadas por la falta de combustible.
Tampoco se puede hablar de progreso cuando las plazas se encuentran en estado ruinoso y deplorable, lejos de ser espacios de recreación y esparcimiento, sino guaridas de drogadictos y delincuentes.
No se puede hablar de progreso cuando no se cumplen y no se hacen cumplir ordenanzas municipales.
La usurpación de veredas para puestos de ventas de bebidas alcohólicas, para construcciones de pista de carreras a pie; los animales sueltos en la vía pública, lomadas sin señalizaciones, la polución sonora, son la constante en esta localidad.
Todo esto, sumado a la falta de hermoseamiento de las avenidas, tan características de la ciudad en otros tiempos, son solo algunos ejemplos de que estamos lejos de ir progresando y nos sumergimos en el fracaso.
El intendente, que administra más de cuatro mil millones de guaraníes anualmente, provenientes de fondos propios, royalties y Fonacide, en vez de empeñarse en revertir este panorama, ya ha empezado su campaña proselitista en busca de la reelección.
Es tiempo de que la ciudadanía no se deje engañar más con fantasiosos eslóganes, y que en las próximas elecciones vote por personas honestas, preparadas y comprometidas con el verdadero crecimiento y desarrollo de la olvidada ciudad de Juan León Mallorquín.
sara.fleitas@abc.com.py