Primitivo Calvo, fidelidad a Dios

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Solo conocemos a una persona definitivamente si ella se nos revela de manera explícita. Pero la vida termina llevando a cabo una revelación de las propias convicciones e intenciones. Primitivo Calvo pasó de este mundo al Padre el Día de Todos los Santos, 1 de noviembre, aquí en Salamanca, a los 91 años de edad. El conocimiento que él reveló de sí mismo, fue muy parco en palabras y rico en obras, manifestando convicciones e intenciones.   

Fue un sacerdote fiel que vivió su sacerdocio con la integridad propia de su época. Formó el equipo que fuimos de Salamanca a Asunción –Paraguay– para hacernos cargo del Seminario Mayor Nacional en marzo de 1956. Fue profesor, asesor de movimientos apostólicos, predicador de retiros, párroco. Trabajó pastoralmente en el Paraguay durante diversas etapas, culminando un total de 30 años de fidelidad a las gentes y colaboración generosa con la Jerarquía en misiones de asesoría y consejo.   

Cada vez que volvía a la Diócesis la añoranza del Paraguay le ganaba y retornaba una vez más, hasta que las limitaciones por razones de salud le llevaron a permanecer entre familiares y amigos de Salamanca. Cuando comenzamos a pensar la existencia propia o la de los seres que nos acompañan en el camino de la vida, tenemos que elegir unas pocas palabras que nombran el origen, el destino, el entretanto, la consumación. Con las palabras que elegimos, anticipamos la interpretación.   

La palabra que hemos elegido para definir su existencia ha sido la fidelidad: "Es doctrina segura, si morimos con él, viviremos con él... si somos infieles, él permanece fiel " (Tim.2,8 - 13). Las pruebas de la fidelidad nos remiten a la suprema fidelidad de Dios como a su fuente, que hace posible la respuesta libre, donde el servicio del amor se vive como memoria del pasado y esperanza para el futuro. Fiel a los cargos que tuvo, acompañado de la popularidad y conocimiento masivo, no se hicieron costumbre, terquedad u obstinación pero sí tenacidad, perseverancia, resistencia activa, incondicionalidad, que fueron entre el dolor y la soledad decisiones sinceras de silencio fecundo. Fiel como persona, como cristiano, como sacerdote.   

Todos vamos en la misma barca, siempre habrá tormenta pero la esperanza nos asegura el puerto. La fidelidad de Primitivo, fundada en la de Dios para con él, será un estímulo y una ayuda para nuestro presbiterio y para los que le conocimos a través de él, que si perseveramos reinaremos con él.
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