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Se enfatizó mucho en lo referente a la seguridad. Y no es para menos, ya que se espera a miles de personas de todo el país y de ciudades fronterizas de Argentina y Brasil, atendiendo el gran atractivo que ofrece Encarnación y su zona de influencia como destino turístico.
Se habló de conformar un equipo multidisciplinario y de enfocar la atención en las tres playas que rodean a la ciudad, decisión más que oportuna porque hasta ahora todo el esfuerzo y la capacidad de atención -hasta en forma exagerada- se concentró en un sector de la playa San José, donde están ubicados los locales gastronómicos y se descuidó absolutamente las playas del barrio San Isidro y del barrio Mboika’ê.
La seguridad en la playa más cuidada y “mimada” por las autoridades comunales dejó de lado las zonas adyacentes, lo que ya tuvo consecuencias cuando un par de meses atrás una turista francesa fue asaltada y apuñalada por dos motociclistas en la costanera San José. En el sitio no había alumbrado público ni patrulla policial.
La iniciativa de abordar el tema de la seguridad en la forma en que se planteó –al menos en lo formal– parece indicar que se pretende superar el vicio de la improvisación. Esperamos el éxito.
Sería muy oportuno también, que se trabaje sobre la calidad de atención al turista. Desde el accionar del agente de tránsito –que no se aproveche para “coimear”– el hotelero que piensa sacar ventaja ante alta demanda de servicio, hasta la actitud de la dependiente de un supermercado o la de los “bodyguard” (salva vidas) de la playa San José, donde algunos parecen sentirse dueños del sol, la arena y las veredas.
El buen trato, el respeto, la cortesía, la idoneidad de los funcionarios para ofrecer información precisa, y, obviamente, la seguridad, antes que cualquier otra cosa que se pueda mostrar o vender, constituyen elementos que hacen de una ciudad un sitio atractivo para visitar, y motivo para volver.
jroa@abc.com.py