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No puede ser, el peronismo comenzó en 1943 como un movimiento que en función de gobierno demostró ser un vulgar populismo, prebendario y clientelista, lo que permite tanto a la izquierda como a la derecha disputar su memoria para echar mano a los recursos del Estado con fines partidarios, electoralistas y fortuna personal de quienes se turnan en el poder.
Algo similar ocurre con el stronismo en nuestro país, que arrancó también a mediados del siglo pasado, reinó durante más de un tercio de siglo, se fue en el 89 y todavía se le rinde culto. Claro, hay un ejército de políticos y amigos que se enriquecieron con él, cuyos descendientes siguen disfrutando de la fresca viruta, a quienes los politólogos denominan “bebesaurios”.
Seguramente el presidente Cartes tuvo la intención de terminar con esto con el Nuevo Rumbo, pero su única opción para ganar la presidencia era alquilar el Partido Colorado cuyos socios más activos eran justamente stronistas. No sé si hizo lo suficiente, pero hoy día la Junta de Gobierno es stronista, su asesor político en la presidencia es stronista, la Corte es todavía stronista, el futuro líder de la bancada de Diputados es stronista y no sé si el presidente del Senado es stronista, pero sí es un bebesaurio. El propio Cartes trató varias veces de congraciarse con el stronismo como cuando trató de nombrar embajador al nieto del dictador, Goli Stroessner.
Como dice Bernardino Cano Radil en “Partido Colorado, las causas de su caída”, el stronismo “fue una dictadura cruel y larga, pero con un consistente apoyo social en lo interno e internacional”, sin desconocer la férrea oposición que no fue suficiente para tumbarla.
Ya transcurrieron 40 años de la muerte de Perón en la Argentina, pero allá como aquí, a más de un cuarto de siglo de la caída de la dictadura stronista, la gente sigue obsequiando votos a los candidatos stronistas.
Sigo sosteniendo que si hay líderes y parlamentarios stronistas es porque hay en la población paraguaya bolsones con mentalidad stronista, que tal vez niegan serlo, pero a la hora de decidir se deciden por candidatos stronistas. De lo contrario no los volvería a votar, una elección tras otra.
Entonces no hay vuelta que dar, existe en la ciudadanía paraguaya un alto porcentaje de gente que opta por sostener la corrupción de sus líderes a fin de beneficiarse con el “derrame” que produce el exceso de latrocinio, gente que prefiere recibir las prebendas fáciles a cambio de sus votos y gente que prefiere ser cliente antes que ciudadano de manera que pueda seguir contando con patrones que cubran sus necesidades puntuales y que demuestran ser generosos con el dinero de los contribuyentes.
El “consistente apoyo social” de que habla Cano Radil ¿ha desaparecido? Mi temor es que solo el apoyo internacional al stronismo es el que ha desaparecido, y luego aquí adentro continúa ese apoyo, aunque seguramente con nuevas modalidades. Esta es una realidad dura de afrontar, aunque no imposible de torcer.
En consecuencia, nuestra propia condición de ciudadanos, en un alto porcentaje, sigue contaminada del ADN stronista, y lo más dramático es comprobar que en estos 26 años de libertad y de ensayo democrático, los enemigos de esta nefasta práctica política hicieron lo imposible por parecerse a aquellos a quienes venían combatiendo, utilizando sus mismas herramientas para llegar al poder. En cada campaña electoral, es ineludible preguntar, ¿cuánto tiempo debe pasar para que la ideología democrática sustituya a la mentalidad stronista?
ebritez@abc.com.py