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En Venezuela, a raíz de una demanda por difamación presentada por el presidente de la Asamblea Nacional, hay 22 editores y periodistas que no pueden salir de su país y han sido sentenciados sin haber comparecido ante un tribunal y presentar su defensa. Los comunicadores son hostigados por el Gobierno quien en una medida desproporcionada ordenó quitarles sus pasaportes.
Por otra parte, el caricaturista francés Julien Berjeaut, colaborador del semanario satírico Charlie Hebdo, no pudo participar en el foro de escritores “Centroamérica Cuenta” esta semana en Nicaragua porque el Gobierno le negó la entrada. Berjeaut tenía previsto llegar a Managua el lunes procedente de Costa Rica para participar en el Tercer Foro Centroamérica Cuenta, inaugurado el martes con un homenaje al semanario francés, que en enero fue víctima de un mortal atentado en París. Estas son trabas directas contra el periodismo, la misión es acallar al periodista, cuando el centro del trabajo reporteril es la independencia y la libertad para movilizarse sin pedir permiso a nadie.
El acceso a la información es un derecho inalienable, no solo de la prensa sino del público en general. Por ejemplo, la ley de libertad de información en Estados Unidos brinda el derecho a acceder a la información del Gobierno, y dispone que cualquier persona puede obtener acceso a registros de dependencias federales, con algunas excepciones o exclusiones especiales. Pero lo importante es que la ley es reconocida por permitir a los ciudadanos mantenerse informados sobre la actividad de su gobierno.
La información administrada por las autoridades no pertenece a ellos, sino a la opinión pública. El gobierno de turno no es dueño sino un ocasional administrador, quien debe dar acceso a la misma, para consideración de periodistas y público en general.
Ya es hora que estas arremetidas contra la prensa terminen. No hay dudas que el gran perjudicado es el público, quien al no recibir información no puede emitir juicios de valor. La prensa y los periodistas necesitan libertad e independencia, el periodista no puede cumplir sus funciones si está trabado por órdenes, amenazas y presiones.
No es difícil en estos países eliminar el mensaje, sólo basta con eliminar al mensajero. En ellos se han escuchado voces críticas de muchos sectores, pero la mayoría de los gobernantes de otras naciones de la región, que se dicen democráticas y libres, guardan silencio. El principio de no intervención no debe ser utilizado para que gobiernos y administradores inescrupulosos controlen la mente de los ciudadanos. Debería ya ser tiempo que la opinión pública internacional reaccionara con una voz más firme y con el apoyo de los gobiernos que dicen defender estas libertades.
El periodismo está cambiando a pasos agigantados. Los medios tradicionales dejan paso al mundo digital, que es donde se concentra el interés en el futuro.
Pero de igual forma en esta nueva era del periodismo, el rol del periodista es central; se necesita de profesionales que seleccionen y distribuyan las informaciones de interés público y que sean los fiscales de la sociedad, observando sobre todo los excesos de poder de gobiernos abusivos.
Si no existen periodistas empoderados con un marco de libertad, las sociedades se mantendrán controladas solo con una información parcial, y el periodista, que tiene por fin buscar y distribuir la información, jamás podrá lograr su cometido.
(*) Exdirector Ejecutivo de la Sociedad
Interamericana de Prensa.
@julioemunoz