Personalmente, me hubiera gustado que Lugo terminara su gobierno, para evitarle al país esta crispación política, y si hizo tan mal papel, sea la ciudadanía la que finalmente le dé el cachetazo en las urnas.
Además, me alarmó que en las sesiones y en las gestiones del juicio político tuvieran papeles protagónicos algunos repudiables personajes como Calé Galaverna y Magdaleno Silva, que esperamos que con el resultado conseguido no se consideren los salvadores de la patria y alcancen de nuevo el protagonismo que tenían durante gobiernos anteriores.
Con tanto ajetreo actualmente, nuestra mirada se centra en la destitución del presidente y la asunción de otro, pero poco nos preguntamos ¿cómo es que irrumpió la idea del juicio político a Lugo y se lo aprobó en tiempo récord?
Una de las pocas pistas la dio el mismo Fernando Lugo, quien acusó al precandidato colorado Horacio Cartes de estar detrás de la maniobra. Extrañó muchísimo que los colorados, de quienes se decía que no querían el juicio político para no dejar en el Palacio de López a un liberal a menos de un año de las elecciones nacionales, lo impulsaran repentinamente a todo vapor.
Y causó también mucha extrañeza que los colorados recibieran el apoyo de los liberales, especialmente del sector de Blas Llano, quien hasta poco tiempo antes defendía a capa y espada su alianza con Lugo, sin importarle el resquebrajamiento interno de su partido que ocasionaba su actitud. ¿Un repentino baño de patriotismo de Llano para buscar la rectificación de rumbos en el país? ¿Vio la luz después de lo ocurrido en Campos Morombí?
Nada que ver. Zoqueterismo puro, como el que impulsó a que su grupo continuara apoyando a Lugo mientras otros sectores liberales ya habían abandonado las carpas luguistas. La confirmación de la pista zoqueteril provino del mismo Llano, al indicar que su defección se debió a que Lugo no lo escuchó para nombrar al nuevo ministro del Interior y al jefe de Policía. No creo que Llano haya pedido por “los mejores hombres” para esos cargos, sino habrá solicitado más zoquetitos para su carpa, y al no ser escuchado le dio la estocada por la espalda al entonces primer mandatario. Y en vista del resultado del juicio político, es de suponer que tras esta empresa común que unió a los sectores liberales, el partido se fortalezca de cara a las elecciones.
¿Cuál sería entonces la jugada de Cartes? ¿Es que ya tiene comprados a todos para que se haya decidido casi unánimemente el juicio político? Aclaro que al decir “comprar” no aludo a dinero, para que no me venga un emisario de Astrea, sino que tal vez lo haga con su simpatía y carisma. Y aquí llega mi modesta reflexión: si el empresario-político maquinó la maniobra, estará creyendo que mató dos pájaros de un tiro: primero, sacarlo del medio a Lugo y a la izquierda para que no puedan aprovechar los grandes recursos de la Administración Pública y las binacionales y debilitarlos para las elecciones; y segundo: lanzar una enorme y llameante “pelota tatá” a las carpas liberales, quienes con la vaca lechera en mano iniciarán una guerra sin cuartel por los cargos y recursos, lo que los hará llegar más divididos que nunca a las elecciones. Ojalá que el hoy debilitado y desprestigiado Partido Liberal no caiga en la trampa sino, más bien, se fortalezca en este tiempo hasta las elecciones para constituir una alternativa para la ciudadanía y evitar el retorno de los brujos y brujas que ya están sobrevolando el Palacio de López con sus escobas voladoras y sus pociones venenosas.
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