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Si bien tuvo un estreno casi hollywoodense, este largometraje de 5 años no mostró aún nada emocionante en sus primeros capítulos. Parece más bien un plagio de otros lanzamientos quinquenales que ya hemos visto repetidas veces.
Nos damos cuenta de que los personajes de esta historia, salvo honrosas excepciones, son los de siempre. En el interior del país el 90 por ciento es más de lo mismo.
Y mal podríamos pretender que la historia sea diferente, porque si bien el personaje principal es un “actor” de gran éxito en la vida privada, quienes lo acompañan a lo largo del país provienen de una siniestra escuela de saqueadores y chupasangres, que difícilmente logren interpretar un nuevo libreto. Menos aún cuando hay nulo control del financista de la película: el Estado.
En la frontera, por ejemplo, no se ve nada de extraordinario en la actuación de las figuras del “Nuevo Rumbo” que fungen de policías, aduaneros, portuarios y otros estatales asignados a la zona.
Todos hacen exactamente lo mismo: pescan a turistas y contrabandistas en las zonas oscuras de la frontera y los expolian con el clásico esquema de exigir propina o coima para no llevarlo ante la fiscalía. En realidad nadie teme a la fiscalía ni a los tribunales, simplemente prefieren arreglar con los “inspectores” porque les sale más barato.
Patrulleras que en ciertas casas (mansiones más bien) solo llegan una vez por semana para que el lugarteniente (contrabandista, traficante, etc.) le pase la mano y le desee ¡feliz trabajo! Gente del Detave, Delitos Económicos y Senad que nunca decomisan nada, pero cuyos secretarios son más activos que el Hombre Araña para recorrer depósitos y oficinas.
Ojalá este 2014 sea el año de las buenas sorpresas en esta aburrida producción, que de no mejorar de inmediato, serán otros 5 años de siniestra ficción con reales secuelas en la vida de los paraguayos.
rduarte@abc.com.py