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En situaciones de crisis, se impone la necesidad de calma, prudencia, apertura, tolerancia y capacidad de diálogo de los líderes políticos y sociales para la búsqueda de soluciones consensuadas a la compleja realidad nacional.
En estos momentos de alta tensión política y social, se espera de la clase dirigente una actitud madura, constructiva y conciliadora que ayude a pacificar los espíritus para construir puentes de colaboración que permitan lograr consensos para combatir en serio y con posibilidades de éxitos al crimen organizado que se instaló en el Paraguay, recrudecida en la región norte.
Los discursos agresivos, las acusaciones infundadas, las descalificaciones altisonantes, la polarización y los enfrentamientos verbales no contribuyen a crear el ambiente propicio para convocar e integrar a todas las fuerzas políticas y sociales para terciar, evaluar y encontrar juntos las respuestas que se precisan en las circunstancias que vive nuestro país.
Esta es la hora de la patria; es necesario renunciar al oportunismo fácil, los intereses sectarios, el revanchismo, el electoralismo y las mezquindades inconducentes, para privilegiar los intereses nacionales y el bien común.
Sobre este punto, invitamos principalmente a los actores sociales y políticos que mediten las palabras del papa Francisco: “Es hora de saber cómo diseñar, en una cultura que privilegie el diálogo como forma de encuentro, la búsqueda de consensos y de acuerdos, pero sin separarla de la preocupación por una sociedad justa, memoriosa y sin exclusiones”. (Evangelii Gaudium, Nº 239)
En la citada exhortación apostólica, el Santo Padre nos indica también un principio que no podemos obviar: El todo es superior a la parte. En este sentido, el papa Francisco dice que es necesario prestar atención a lo global para no caer en la mezquindad cotidiana. Siempre hay que ampliar la mirada para reconocer el bien mayor que nos beneficiará a todos (cfr. Evangelii Gaudium, Nº 234-235).
La ardua y grave responsabilidad para pacificar los espíritus y crear las condiciones para fomentar la cultura del diálogo compete a los tres poderes del Estado.
Al respecto, conviene subrayar las palabras del Santo Padre: “Al Estado compete el cuidado y la promoción del bien común de la sociedad (…) con un gran esfuerzo de diálogo político y creación de consensos, que no puede ser delegado (…) Este papel, en las circunstancias actuales, exige una profunda humildad social.” (Evangelii Gaudium, Nº 240).
Rezamos por la patria y exhortamos a la clase dirigente a deponer discursos y actitudes beligerantes; a asumir una actitud de mayor responsabilidad y humildad, para lograr la paz social, encarando desde el diálogo y el consenso las acciones que permitan encontrar soluciones efectivas a las demandas de mayor seguridad, equidad y bienestar social que clama nuestro pueblo.
*Obispo de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.