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Si Orwell viviera aún me vería tentado a pensar que se convirtió en asesor del gobierno del presidente Cartes, cuyos exponentes están poniendo en práctica muchas de las recetas de su novela, escrita sobre la base de observaciones en torno al totalitarismo nazi y el fascismo de Mussolini.
La novela cuenta la existencia de cuatro ministerios con los cuales el Partido ejercía el gobierno. Uno de ellos, el Ministerio de la Verdad, se dedicaba a destruir documentos históricos para que las evidencias del pasado ya no puedan coincidir con la versión oficial de la historia ni con los episodios actuales.
La obra de Orwell cobra actualidad en nuestro país con el plan del gobierno de coloradizar todas las radioemisoras del país con el fin de mejorar la imagen de los gobernantes, más concretamente del presidente Cartes. El vicepresidente, Juan Afara habló con los propietarios de estas radios en nombre del Gran Hermano para pedir a sus interlocutores convertirse en los “corresponsales de la verdad” de la Secretaría de Información y Comunicación (Sicom) que hará el papel del Ministerio de la Verdad con ayuda de Conatel, donde Winston Smith se encarga (en la novela) de reducir los documentos, reescribir la historia y falsear (sin wasap) los datos actuales que deben ser transmitidos y repetidos por la sociedad.
Los analistas modernos utilizan con frecuencia el término “orweliano” para referirse a organizaciones o sociedades en las cuales se practica una vigilancia masiva del Estado sobre la sociedad civil, la represión política en contra de los adversarios del poder y se manipula la información desde un centro de poder, pero al mismo tiempo es la sociedad misma la que termina justificando estos excesos, luego de haber tenido experiencia con los demás ministerios.
Esos ministerios aún no nombrados son, el Ministerio del Amor que se ocupa de las torturas y otros tipos de castigos para reeducar a los miembros del Partido donde se inculca amor al Gran Hermano y al Partido. El Ministerio de la Paz, encargado de que la guerra sea permanente basado en el principio de que hay menos revueltas sociales si el odio y el miedo son enfocados hacia afuera. El Ministerio de la Abundancia, para que la gente viva siempre al borde de la subsistencia con el duro racionamiento que establece el Partido.
La genialidad de la novela no radica en describir una dictadura sino en el resultado de la Sicom, digo del Ministerio de la Verdad, en la mente de la población. Winston Smith, el principal trabajador del Ministerio descubre un día que su tarea es utilizada para lavado de cerebro de la gente y decide desertar con una joven de quien se enamora. Juntos se unen a un supuesto grupo disidente que finalmente resulta ser un instrumento más del Gran Hermano.
La pareja es detenida y torturada por el Ministerio del Amor en la famosa Habitación 101 (equivalente a lo que fue La Técnica durante el stronismo). Winston aguanta pero al final reconoce que 2 + 2 es igual a 5 y que la verdad es lo que dice el Partido y no lo que él y otros piensan. Se reencuentra en su pareja, también torturada, pero el amor que sentían fue reemplazado por el amor al Gran Hermano.
Me comentan que muchos en el primer anillo tratan de asimilar las enseñanzas de 1984 a favor del Gran Hermano, pero no todos colaboran en el Partido que cometió el error de suprimir la Habitación 101, y lo peor, que el cerebro de la gente de hoy ya no tiene la impureza de antes como para merecer lavado.
ebritez@abc.com.py