Oremos, hermanos

El martes 17 de abril de este año nuestro diario amaneció con las páginas 2 y 3 sobre Darío Messer, el hombre a quien el entonces presidente, Horacio Cartes, llamaba “mi hermano del alma”. En ellas describíamos 19 cuentas bancarias abiertas por el brasileño en el HSBC de Suiza, el mismo Banco donde Cartes había abierto otras dos cuentas bien secretas. 

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Ese mismo martes de nuestra publicación, el entonces titular de la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero (Seprelad) se fue corriendo a la Fiscalía. Óscar Boidanich llegó nervioso y entregó informes sobre Darío Messer que –había sido– ellos tenían bien guardados. Tenía Reportes de Operaciones Sospechosas (ROS) hasta del Banco Nacional de Fomento (BNF), por dónde entraron millones de dólares provenientes de las Islas Vírgenes Británicas, pasaron por Luxemburgo, siguieron hacia Nueva York y desde allí aterrizaron en Paraguay. 

Operaban dentro de gigantescos lavarropas de inmobiliarias, estancias, ganado, compra de tierras y hasta instalación de hotel y casino en tierras públicas. 

El caso era un escandaloso e inapelable lavado de dinero. 

Hasta ese día de nuestra publicación, Seprelad no había dicho una sola palabra, y dependía de Horacio Cartes, como hasta hoy día depende directamente de la Presidencia de la República. Y a no ser que Boidanich encubrió a Messer como acto de obediencia debida y no para adular a su patrón, este escándalo involucra seriamente al expresidente de la República y a entonces titular del ente. Ninguno de ellos ha sido molestado –hasta hoy día– por este encubrimiento.

Mientras, Paraguay está caminando inexorablemente hacia un examen del Grupo de Acción Financiera Internacional (Gafi Latinoamericano) que vendrá el año que viene. Lo hará en un escenario donde tenemos a exautoridades presas por lavado de dinero y enriquecimiento ilícito, incluido un ex fiscal general del Estado. Tenemos prófugo al “hermano del alma” Darío Messer, que está acusado por el equipo LavaJato de haber dirigido el lavado de dinero desde Paraguay. 

Gafilat tiene cuatro colores... y ninguno de ellos es buen síntoma: en el rojo está Corea del Norte. En el negro, Irán. En el gris oscuro no está ninguno. Y en el gris claro están nueve países: Serbia, Etiopía, Irak, Sri Lanka, Siria, Trinidad y Tobago, Túnez, Vanuatu y Yemen. Aquí entraría Paraguay.

Dicen que mañana Horacio Cartes reunirá a sus huestes en un evento partidario de Honor Colorado. Que alguien, por favor, le pregunte si no quiere ser nuestro embajador el próximo año ante las visitas de Gafilat. 

Necesitamos a alguien que convenza a esta gente que queremos mejorar las cosas. Pero es casi seguro que antes deberemos explicar cómo es que nos convertimos en un Estado mafioso, donde el crimen organizado permeó al Poder Ejecutivo. Y esto, explicarlo, solo HC. 

Oremos, hermanos, para que Cartes acepte la difícil misión de discursear ante Gafilat lo que hizo sobre el lavado de dinero en su presidencia. Y oremos por lo más imposible aún: que Gafilat le crea.

mabel@abc.com.py

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