Ocaso de la moral y erotismo exacerbado (1)

Cargando...

Fácil será para todos recordar aquella expresión de nuestros abuelos, cuando frente a ciertos aciagos aconteceres de la vida decían: "No hay mal que por bien no venga". También aquí esa expresión de indeclinable esperanza nos servirá de aliento; ahora que nos proponemos reflexionar y explicar de alguna manera estos lamentables pecados sexuales de clérigos y hombres de Iglesia, que han sido en estos días negra noticia en todo el mundo. Nos llena de vergüenza y nos abruma con indecible pena, dice el Papa.   
 Claro está que vamos a hablar desde este lejano rincón de la tierra y con el menguado conocimiento que tenemos de los sucesos humanos, espirituales y morales. Por eso, nuestras reflexiones deben caminar con mucho cuidado y nuestros juicios deben ser muy prudentes, dejando de lado toda ligereza y toda arrogancia necia.   
 Porque variadas son las razones que la gente y los publicistas de la prensa han dado para explicar estos extravíos morales que han manchado escandalosamente el rostro de la Iglesia Católica. Entre los mismos sacerdotes muchas voces se han oído que acusaban a la ley del celibato que la Iglesia autoritariamente impone a sus ministros.   
 Más destemplados todavía nos parecen aquellos que se despachan contra el mismo celibato, aduciendo que es un género de vida antinatural, que viola inclinaciones profundas e íntimas del ser humano.   
 Después de todo lo que han dicho y demostrado psicoanalistas, sociólogos y filósofos sobre la sexualidad humana que envuelve y compromete toda la vida, no pocos hombres de prensa han dicho que el celibato perpetuo es una aberración, la más opresora y alienante de la persona humana.   
 De otros sectores, otras voces han atribuido este destape y explosión del erotismo sexual al liberalismo del dejar pasar y dejar hacer, que ha desfondado la moral tradicional cristiana con tanta permisividad. También se han oído reproches y acusaciones contra el socialismo marxista, que proclamando la revolución total ha vaciado la conciencia de los pueblos de toda religión y moral.   
 Y no pensemos que este rechazo de toda regla moral, que según dicen defendían el liberalismo de ultranza y el socialismo marxista (Lenin y Gransc) sean ideas muy de otro tiempo. Todavía hoy día hay libres pensadores y políticos licenciosos que propugnan una libertad humana radical y totalmente autónoma.   
 Lastimosamente, esta es la libertad omnímoda que algunos pensadores entronizan en el gran santuario de la democracia. Desde entonces las pautas de la conducta social ya no brotan de las exigencias naturales de la persona humana, ni de las reales circunstancias de la vida; brotan del voto mayoritario de un conglomerado de voces y opiniones en contrapunto. Es el sentir y consenso de "honorables" hombres de un poderoso Parlamento.   
 Y como la concupiscencia libidinosa es tan caradura y agresiva en cada ser humano, abre sus fauces y devora como fácilmente puede, sin que el voto mayoritario de senadores y diputados le de frío ni calor. Por este camino, las leyes penales no inspiran acatamiento alguno, ni amedrentan a nadie.
Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...