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Se trata de un americanismo aportado por la jerga rioplatense a nuestro idioma para referirse a quienes el 29 de cada mes aparecen para cobrar los haberes como “empleado”.
En cambio, la palabra “planillero” refiere la “persona encargada de elaborar planillas”, según la RAE. Esto podría significar que en el Primer Mundo o en cualquier país civilizado sencillamente no existen.
En nuestro país hasta en el más recóndito rincón de la República se sabe lo que son los planilleros y lo que significan: personas que tienen sueldo sin trabajar y las instituciones públicas están minadas de ellos. Son como las termitas, las tambochas, las sanguijuelas y las plagas del presupuesto público.
Desde hace semanas, el Gobierno Nacional y la Municipalidad de Asunción vienen prometiendo dar a conocer la lista de quienes corroen las arcas públicas. Hasta el momento, puro palabrerío.
Mientras los planilleros sigan siendo “fantasmas” que cobran sueldos, reciben beneficios, tienen vacaciones, malutilizan viáticos y agrandan los gastos administrativos consumiendo insumos y ocupando espacios en entidades estatales, no desaparecerán.
En el Paraguay se tienen 229.702 funcionarios públicos, sin contar los empleados de los gobiernos locales. Antes del 2013 ingresaron 80.000 nuevos asalariados del Estado durante las administraciones de Nicanor Duarte Frutos, Fernando Lugo y Federico Franco. ¿Cuántos de ellos planillean?
En el caso de la Municipalidad de Asunción se estima que tiene 10.000 funcionarios a los que deben sumarse unos 1.600 de la Junta Municipal.
El Poder Ejecutivo pidió informes sobre 91 instituciones que deben remitirle sus listas de funcionarios a fin de detectar a los “ñoquis”. Y en la Comuna capitalina se estima que de 577 empleados que fueron cesados en sus cargos 78 serían “sin funciones”.
Los planilleros y ñoquis deben dejar de ser anónimos para que se los pueda combatir.
Tienen que tener nombres y apellidos y junto con las de sus padrinos ventilarlos en las redes sociales o en la prensa para que sientan vergüenza y la gente los conozca. Caso contrario, migrarán simplemente de una planilla a otra y así deambularán como “comisionados” al amparo del prebendarismo, el padrinazgo político o con cualquier otra argucia que no sea la de trabajar.
Ganarse el pan con el sudor de la frente es algo que desconocen, salvo la transpiración que les cause exponerse al sol una vez al mes para ir a cobrar.
Mientras haya planilleros, no habrá plata para obras ni beneficios para la ciudadanía. De paso, el bolsillo del contribuyente seguirá siendo un barril sin fondo.
pgomez@abc.com.py