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Solo posteriormente la investigación da un giro radical con la intervención de la madre de la víctima, quien, valientemente, a través de declaraciones a la prensa fue exponiendo sus intuiciones y pareceres sobre el hecho. De no haber sido por ella la investigación habría concluido con la afirmación: “fue atacada por motochorros”.
Esta situación hizo despertar en mí la preocupación de la precariedad de las investigaciones policiales en nuestro país.
Sin la intervención de la madre de la víctima nos habríamos quedado, como ciudadanos, anestesiados y conformes con la explicación policial de que “fue asaltada por motochorros”.
Y es que estamos tan acostumbrados a esta clase de sucesos que, rotulándolos bajo la categoría de fue realizado por “motochorros”, creemos tener como resuelto cada caso.
Para nuestra imaginación colectiva, ¿quiénes son los motochorros?
Entiendo que son personas que actúan a bordo de motocicletas y se dedican a robar, asaltar etc., usamos entonces este término para clasificar a personas que delinquen, no trabajan y son un peligro para la sociedad.
El concepto de motochorro genera ya en nosotros una reacción automática de miedo, inseguridad, rechazo y venganza.
Ahora bien, me pregunto por qué como sociedad nos quedamos siempre satisfechos con la explicación policial de que “fueron motochorros” y declaramos nosotros mismos “caso cerrado” en nuestro inconsciente.
¿No deberíamos exigir como ciudadanos una respuesta estatal que vaya más allá del simple discurso “fueron motochorros”? ¿No deberíamos preguntarnos qué hay detrás de esta categoría de “motochorro”?
Detrás de cada uno de ellos podría existir un joven en situación de adicción, un joven con fracaso escolar, un joven sin vivienda, un joven sin trabajo, pudiendo incluso darse en forma conjunta en una sola persona varias de estas situaciones.
¿No deberíamos exigir como sociedad una respuesta estatal más a fondo de cada caso rotulado como “motochorro”?
Me parece que crear estas categorías de clasificación de personas como “motochorro” solo dificulta la solución de problemas sociales estructurales de fondo cuya solución es lo que deberíamos exigir como ciudadanos.
Los términos “motochorros” y otros son estereotipos que dificultan analizar el problema social que subyace, ya que al asociar estas categorías a un determinado grupo de personas ya nos hace actuar de manera automática con rechazo y actitud de castigo, impidiéndonos buscar y exigir al Estado una solución de fondo.
Por otro lado, es el propio Estado, en este caso por medio de la autoridad policial, quien utiliza estos estereotipos para rotular a las personas pretendiendo que como sociedad nos quedaremos satisfechos, sin exigir mayor análisis y soluciones estructurales.
La sociedad debería asumir una actitud más crítica ante estos hechos, pues afecta a nuestra misma seguridad pública.
Esa seguridad pública que solo alcanzaremos mediante la creación de mejores condiciones de vida para nuestros conciudadanos y no a través de creación de estereotipos que solo logran dividirnos como sociedad.
Esta división debilita la cohesión social para el logro de un país más justo para todos los paraguayos.
(*) Doctora en Ciencias Jurídicas. Facultad de Ciencias Jurídicas. Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción.