Mercosur, tres decisiones urgentes

Tras la separación del cargo de Fernando Lugo, el Paraguay atraviesa una situación internacional delicada con los países del Mercosur y del Alba, tras la ilegal y arbitraria suspensión aplicada a nuestro país. La última reunión del Consejo Permanente de la OEA con un explícito apoyo a la causa paraguaya de 26 países le otorga mayor comodidad a la administración de nuestras relaciones internacionales, si a esto se suma que con el resto del planeta no existen mayores alteraciones. Sin embargo, persisten los problemas con el “vecindario” cercano, y esto requiere, para un país pequeño y mediterráneo como el nuestro, priorizar decisiones trascendentes para el corto, mediano y largo plazo, todas ellas vinculadas a la tarea de reformular el Mercosur, si es que se decide continuar en el Bloque.

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La primera decisión urgente está vinculada a la impostergable necesidad de que la sociedad paraguaya inicie un debate amplio y transparente sobre el rumbo definitivo de la política exterior del país. No existe una política de estado en materia de relaciones internacionales sin que previamente los partidos políticos, las organizaciones civiles y sociales más representativas armonicen una visión común, sin especulaciones electorales o sectoriales. La convocatoria debe partir del Poder Ejecutivo, responsable constitucional del manejo de las relaciones internacionales, para que de una buena vez, con las consultas de rigor y la activa participación de los actores políticos y sociales, fijemos entre otras cosas si seguimos o no en el Mercosur; si queremos otras alianzas o proyectos de integración. Esta cuestión no admite demora; si no se produce un acuerdo interno, la política exterior pierde la intensidad requerida y se debilita para enfrentar los distintos escenarios internacionales. La segunda decisión urgente es resolver cómo y en qué condiciones volvemos al Mercosur, si es que retornamos; cómo reinstalarnos en un Bloque que incorporó arbitrariamente a un Miembro que el Congreso de la Nación expresamente lo ha rechazado. Es evidente que desde la pasada Cumbre de Mendoza, hay “otro Mercosur” en el que los socios más grandes, sin disimular, imponen condiciones, desprecian el derecho para constituir apenas una formalidad que solo contiene sus apetencias hegemónicas. Este “otro Mercosur” nos obliga inexorablemente a replantear nuestro retorno; nuestra silla ya no es la misma, fue ocupada por otro país en abierto atropello a toda consideración jurídica y al respeto institucional correspondiente. En este ambiente es imposible pensar que fueren quienes fueren las autoridades electas el 21 de abril de 2013 se reincorporen al Mercosur sin que previamente entablen una nueva etapa en este Bloque disminuido por constantes desbordes jurídicos, económicos y sociales. No podemos seguir como iguales si nos tratan como desiguales, esto es inaceptable. Somos parte, hasta ahora, de una integración “desintegrada” por las enormes asimetrías, por el tamaño de las economías, de las estructuras sociales y de las condiciones territoriales. Es casi un imperativo marchar hacia una integración de diferentes ritmos, que admita flexibilizar sus disposiciones legales, por otra parte, incumplidas por la permanente perforación de salvaguardas o barreras paraarancelarias. En la hipótesis (improbable) de seguir con el mismo diseño institucional, solo podríamos hacerlo, si existe un compromiso serio y verificable de avanzar hacia la supranacionalidad, en particular en el pilar parlamentario y especialmente en la constitución de un Tribunal de Justicia Regional con facultades y competencias para resolver con celeridad cualquier controversia sea ella política o económica.

La tercera decisión urgente es acudir a los foros internacionales pertinentes para demandar la restitución de nuestros derechos en el Mercosur y la reparación de todos los daños que produce la injusta y arbitraria suspensión aplicada al Paraguay. Esta decisión, que además resguarda la dignidad nacional atropellada, está conectada con las acciones anteriormente señaladas, por cuanto, la vía del diálogo, que nunca debe abandonarse, con los vecinos será más equilibrada con la posibilidad cierta de un fallo o una medida cautelar que proteja la posición jurídica paraguaya y le otorgue un fuerte respaldo a las demandas cambio en la región.

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