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No digo que sea necesariamente así, pero me da la impresión de que la cúpula colorada se sometió a un análisis con el formato FODA: (fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas), de donde se habrá extraído la conclusión de que la fortaleza del Partido Colorado no son sus candidatos, sino el partido mismo.
Muchos candidatos colorados que están involucrados en escándalos de corrupción constituyen precisamente las debilidades de la oferta electoral republicana, si se tuviera en cuenta la integridad moral de los candidatos a la hora de votar. Lo mismo sucede, aunque en menor escala, en partidos y concertaciones de la oposición. Sin embargo, es sabido y confirmado que la ANR cuenta con el mayor volumen de voto duro, afiliados que votan sí o sí por su partido, sin importar las críticas y los eventos, las presiones y ofertas externas.
En cuanto a las oportunidades, se habrá tenido en cuenta que el Partido Colorado tiene la mayor cantidad de afiliados, una gran adhesión de los mismos a las consignas partidarias y un bajo índice de disidencia, además de la mayor participación ante las convocatorias, comparando con la participación en otras agrupaciones. La apatía ciudadana (no colorada) y la abulia general frente a la necesidad de sustituir la crítica por la sanción a los corruptos en las urnas son también oportunidades para la ANR en su compromiso electoral próximo.
Las amenazas que tiene son las de que se repita la reacción ciudadana del año 2008, cuando el Partido Colorado cayó del poder; que no paren los escándalos de corrupción en que se ven involucrados candidatos y personajes vinculados al poder colorado, como casos González Daher, fiscal general y otros; y que finalmente la indignación sea aprovechada por la oposición inclusive en cuanto a candidaturas plurinominales.
Decíamos que el rubro más caro de la campaña electoral colorado será el pago de una sola foto, la del abrazo republicano entre Horacio Cartes (verdadero candidato del oficialismo) y Mario Abdo Benítez (disidente ganador).
Pero la dirigencia de base entendió que con el solo detalle de la foto ya no se engaña a nadie y pidió ver y mostrar la cara de todos, juntos y sonrientes, para que puedan salir a trabajar la idea de un Partido Colorado unido, grande e imbatible frente a la percepción de un partido dividido, ímprobo y con posibilidades de volver a la llanura.
Tal vez solo sea una percepción errada, pero veo la imagen de una oferta electoral colorada con demasiados rostros. Entre ellos, el de Marito será uno más en el montón para vender la idea de que los colorados no necesitan más que de sus propios votos para volver a ganar, y que esos rostros –siempre que estén juntos– es el partido mismo.
La imagen representa también la idea de que la mejor propaganda no es el rostro de una sola persona sujeta al vaivén de probables escándalos (preferentemente de corrupción), sino la trayectoria de éxito electoral del partido (aunque no lo tenga en función de gobierno).
Será una especie de resurrección de aquel eslogan: “somos todos uno”, que instauró un consultor para amortiguar el rechazo que tuvo el coloradismo pos golpe de Estado, que dio un buen resultado electoral al coloradismo de los años noventa.