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Sin embargo, cuando usamos la palabra “mundo” sentimos una dificultad de dar una interpretación única, pues ella comporta, al menos, dos opuestos.
De un lado, “mundo” significa lo bello que existe, la exuberante vida en la naturaleza, una armonía perfecta que nos atrapa y sentimos que hay una mano poderosa que lo mantiene todo.
Por otro lado, también significa lo “inmundo”: lo cuánto hay de seres humanos que viven con un hambre que es evitable, de un montón de mentiras asquerosas, de una corrupción conocida y denunciada, pero que continúa impune.
El papa Francisco en su mensaje de Cuaresma de este año afirma: “Uno de los desafíos más urgentes sobre los que quiero detenerme en este Mensaje es el de la globalización de la indiferencia. Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama hasta el punto de dar a su Hijo por la salvación de cada hombre. En la encarnación, en la vida terrena, en la muerte y resurrección del Hijo de Dios, se abre definitivamente la puerta entre Dios y el hombre, entre el cielo y la tierra”.
Dios es el primer interesado en mejorar este mundo, en mantener el fascinante ritmo de la ecología y en liberar al ser humano de este mal tan grave que nos achaca actualmente: la indiferencia.
Cada uno de nosotros tiene que ponerse como ayudante eficaz del Señor para perfeccionar el mundo, para disminuir las injusticias, para hacer con que los bienes de la sociedad alcancen a todos de modo más adecuado.
Dios Padre ha dado el ejemplo, tomando la iniciativa de enviar a Jesucristo, no para juzgar y destruir al mundo, sino para que estas realidades temporales y pasajeras reflejen mejor su plan de vida abundante para todos. En este encargo Él pide y espera nuestra colaboración, espera que sepamos superar nuestro comodismo, que no derrochemos mucho tiempo con internet y redes sociales, sino que nos dediquemos a alguna obra para arreglar nuestra ciudad.
Hay muchas cosas que podemos y debemos hacer en este sentido, cosas grandes y revolucionarias, pero también podemos hacer cosas, aparentemente pequeñas, pero que manifiestan una concienciación y son gestos de amor hacia al prójimo. Por ejemplo: no echar basura, latas, botellas por las calles, ni tampoco en los arroyos, pues todo esto, con las lluvias, se desparraman y generan un caos a la circulación del agua.
Paz y bien
hnojoemar@gmail.com