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El personaje al que dio vida el español Óscar Jaenada quizás remontó a varios a vivencias de su niñez, e incluso abriendo heridas en quienes se sumergieron en la serie. Y es que muchos han tenido a un Luis Rey en su vida.
Es sabido que la paternidad, en un tiempo –incluso hasta ahora–, para algunos hombres es asumida como un poder absoluto sobre la persona a quien dio la vida. Por tanto, una de las “exigencias” para tener presente a esa persona (muy importante en la vida de cualquiera) es hacer no lo que le guste a uno, sino lo que él decide, porque a él se le debe la existencia.
Sí, esos padres que gritan desaforados en las prácticas de fútbol; gritos que representan no precisamente aliento, sino exigencias. Esos padres que creen que ayudan a progresar, pero imponen a través del temor; que solo emiten críticas y cuestionamientos ante cualquier decisión de sus hijos a quienes nunca brindan cariño. En fin, esos padres que están pero que uno hubiese preferido que no estuviesen.
La escena donde un Luis Miguel inquieto mira a los niños jugando es la misma que se vio en la película de la vida de la cantante Selena Quintanilla. Es decir, padres robándoles la niñez a sus hijos. Son escenas que se observan diariamente, aunque no necesariamente buscando el éxito en un escenario.
Hombres que se escudan en el “no quiero que tenga la vida que yo tuve” para darle todo, pero que no enseñan a sus hijos a vivir, prefiriendo comprarles el futuro o tal vez asegurando el de ellos.
maria.gomez@abc.com.py