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En New Orleans, ciudad de mayoría negra, acaban de abajar los cuatro monumentos que el alcalde Mitch Landrieu ordenó remover porque, al estar relacionados con la guerra civil, “simbolizaban la época lamentable de la esclavitud”. Y otros muchos estados estadounidenses se han contagiado con la iniciativa y planean imitarla.
Ah, ¿y porque destruyas cuatro monumentos, o cuatrocientos, se borra lo rememorado en piedra, lienzo, mármol, bronce o papel?
Si por ejemplo en los campos de exterminio nazi que se conservan se construyeran edificios futuristas o parques de diversión, o se sembraran las flores más hermosas o las frutas más exquisitas, ¿dejaría por eso de haber existido el holocausto? ¿No es mejor mantenerlos intactos como ejemplos vituperables?
Pues estamos llegando a la pesadilla que describió en 1984 George Orwell, donde un diligente “ministerio de la verdad” sustituía constantemente fotos, libros y periódicos para mantenerlos actualizados según los deseos de los mandamases.
Los esfuerzos de muchos gobiernos parecen encaminarse en esa dirección.
Y, como lo advirtió mejor que nadie Aldous Huxley en Brave New World, los gerifaltes de este mundo buscan cada vez más clasificar a los humanos en unas pocas categorías de las que no les resulte fácil escapar y en las que, por el contrario, queden encasillados para siempre.
La gestación humana ya no se producirá en el vientre materno, sino en retortas de laboratorio que generarán industrialmente cinco castas de individuos: alfas, betas, gammas, deltas o epsilones; los pocos primeros, la clase dirigente; los muchos últimos, mendrugos obedientes autómatas.
¿Y no nos acercamos a la confluencia de la mente humana con la robótica? ¿No nos dicen que la Tierra, para sobrevivir, debe reducir su población actual en más de tres cuartas partes? ¿O que la gente debe largarse a colonizar otros planetas antes de un siglo? ¿Y no quieren conceder el mando a organismos internacionales hasta para cuestiones que conciernen en exclusiva a los individuos dentro de las naciones y hasta en sus localidades?
Cada día más las minorías pretenden controlar la existencia de las mayorías.
En España han llegado a aprobar en el Congreso de los Diputados una resolución no de ley para desenterrar al general Francisco Franco del Valle de los Caídos. Con un montón de abstenciones, cierto, ¡pero ni un solo voto en contra! Entre los herederos de los que fueron sus adversarios no es que se justifique –que a los cadáveres lo único que hay que hacerles es no profanarlos–, aunque se comprende por aquello del rencor, ¿pero entre los mismos herederos del “caudillo por la gracia de Dios”? Imperdonable.
El alcalde Mitch Landrieu, mientras descabalgaba de su pedestal al general confederado Pierre Gustave Toutant de Beauregard, dijo: “Hoy damos otro paso para caracterizar nuestra ciudad no por su pasado, sino por su futuro brillante”.
Pues parece no haber leído lo que el gran William Faulkner escribió para todos los sureños norteamericanos, y para el mundo entero una vez que le concedieron el Nobel de literatura: “El pasado nunca muere, ni siquiera es pasado”.
[©FIRMAS PRESS]
*Analista político.