Cargando...
El Parlamento del Mercosur será, al comienzo, un foro de discusión, pero el objetivo es que, a mediano plazo, reemplace a los parlamentos nacionales en la tarea de aprobar las legislaciones del bloque.
El Mercosur es un proyecto que es considerado con mucha seriedad por el Brasil, por lo que están trabajando con mucho ahínco para lograr las mejores ventajas para su país; lo que es lógico, ya que no van a estar trabajando para que los demás se lleven las glorias, los privilegios y las ventajas y ellos no se queden con nada.
En el momento de tomar decisiones tan trascendentales como la integración de un Parlamento, trato de imaginarme lo que deben pensar en Itamaraty ante la posibilidad de que parlamentarios brasileños deban sentarse a discutir importantes proyectos para la región, al lado de notables representantes de nuestro Congreso. ¿Será que algún día el Brasil desclasificará aquellos documentos que nos dejen saber qué opinan al respecto?
Imagínense a la gente de Itamaraty, una de las cancillerías más prestigiosas en el mundo entero, leyendo el proyecto de ley que acaba de presentar el diputado colorado Julio Colmán que regula el derecho a réplica. Un proyecto de ley que contempla la pena de hasta dos años de cárcel para los periodistas que difundan "información falsa distorsionada y ambigua", además del pago de una multa e inhabilitación por un año de ejercer la profesión.
Pero los desvaríos jurídicos de este diputado tienen otra característica que resulta sumamente llamativa. Creo que en esta oportunidad la prensa sí ha sido muy injusta con el diputado Colmán. Ningún medio escrito, radial ni televisivo fue capaz de pasar, íntegramente, el texto de su proyecto, respetando la sintaxis y la gramática del mismo. Lamento que mis colegas hayan dejado pasar -poniendo en peligro de extinción- una obra literaria como esta, que ha sido capaz, en nada más que dos páginas, perpetrar todos los errores que se pueden cometer en cuanto a concordancia de género, concordancia de número, de puntuación, de estructuración del texto hasta lograr un párrafo de diez líneas sin ningún punto seguido y con catorce comas distribuidas arbitrariamente.
Algún purista del derecho o algún legislador nato estará pensando por qué me ocupo tanto de la forma y no digo nada del contenido. Sencillamente porque ningún texto redactado de manera tan caótica, desordenada y con errores garrafales puede encerrar una idea medianamente seria y digna de consideración. Si la forma es desastrosa, su contenido también. No hagamos diferenciaciones.
No nos quejemos entonces de los relegamientos que vamos sufriendo cada día a mayor escala. Avergoncémonos sí del nivel intelectual que estamos ofreciendo a los demás países. ¿Se imaginan ustedes a un parlamentario como Colmán afirmando -textualmente- que su proyecto no tiene la intención "de restringir la libertad de prensa, sino por el contrario volverlo más eficaz, objetiva y responsable". O bien diciendo que "las personas afectadas tiene derecho a exigir", o bien "por el mismo medio, sea este escrita, radial o televisiva" y etcétera.
Qué le vamos a hacer. Estos son los bueyes con que aramos.
El Mercosur es un proyecto que es considerado con mucha seriedad por el Brasil, por lo que están trabajando con mucho ahínco para lograr las mejores ventajas para su país; lo que es lógico, ya que no van a estar trabajando para que los demás se lleven las glorias, los privilegios y las ventajas y ellos no se queden con nada.
En el momento de tomar decisiones tan trascendentales como la integración de un Parlamento, trato de imaginarme lo que deben pensar en Itamaraty ante la posibilidad de que parlamentarios brasileños deban sentarse a discutir importantes proyectos para la región, al lado de notables representantes de nuestro Congreso. ¿Será que algún día el Brasil desclasificará aquellos documentos que nos dejen saber qué opinan al respecto?
Imagínense a la gente de Itamaraty, una de las cancillerías más prestigiosas en el mundo entero, leyendo el proyecto de ley que acaba de presentar el diputado colorado Julio Colmán que regula el derecho a réplica. Un proyecto de ley que contempla la pena de hasta dos años de cárcel para los periodistas que difundan "información falsa distorsionada y ambigua", además del pago de una multa e inhabilitación por un año de ejercer la profesión.
Pero los desvaríos jurídicos de este diputado tienen otra característica que resulta sumamente llamativa. Creo que en esta oportunidad la prensa sí ha sido muy injusta con el diputado Colmán. Ningún medio escrito, radial ni televisivo fue capaz de pasar, íntegramente, el texto de su proyecto, respetando la sintaxis y la gramática del mismo. Lamento que mis colegas hayan dejado pasar -poniendo en peligro de extinción- una obra literaria como esta, que ha sido capaz, en nada más que dos páginas, perpetrar todos los errores que se pueden cometer en cuanto a concordancia de género, concordancia de número, de puntuación, de estructuración del texto hasta lograr un párrafo de diez líneas sin ningún punto seguido y con catorce comas distribuidas arbitrariamente.
Algún purista del derecho o algún legislador nato estará pensando por qué me ocupo tanto de la forma y no digo nada del contenido. Sencillamente porque ningún texto redactado de manera tan caótica, desordenada y con errores garrafales puede encerrar una idea medianamente seria y digna de consideración. Si la forma es desastrosa, su contenido también. No hagamos diferenciaciones.
No nos quejemos entonces de los relegamientos que vamos sufriendo cada día a mayor escala. Avergoncémonos sí del nivel intelectual que estamos ofreciendo a los demás países. ¿Se imaginan ustedes a un parlamentario como Colmán afirmando -textualmente- que su proyecto no tiene la intención "de restringir la libertad de prensa, sino por el contrario volverlo más eficaz, objetiva y responsable". O bien diciendo que "las personas afectadas tiene derecho a exigir", o bien "por el mismo medio, sea este escrita, radial o televisiva" y etcétera.
Qué le vamos a hacer. Estos son los bueyes con que aramos.