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A los nombres de Edelio, Abrahán y Félix, se sumó hace unos días el de Franz. Cuatro personas, cuatro seres humanos retenidos por criminales que siguen moviéndose en el mismo perímetro desde hace años.
El martes le pregunté sobre esto al candidato oficialista a la presidencia, Santiago Peña, quien me respondió que cree que durante su gobierno acabará con el EPP.
Obviamente la pregunta siguiente fue por qué hay que esperar otro periodo para eliminar a este grupo criminal.
Peña alegaba que es un proceso y que lo que tardó décadas no se puede eliminar de la noche a la mañana. Argumentó también que hubo grandes avances y que no se podía medir el éxito o el fracaso simplemente por la cantidad de secuestrados.
En medio de esto hizo un anuncio: “Probablemente vamos a ver en los próximos meses avances en materia de investigación”, motivando la reflexión de cuánta es la información que maneja como parte del oficialismo y, sobre todo en qué momento la van a dar a conocer, considerando que ya entramos en la recta final del proselitismo hasta el 22 de abril de 2018.
Pasaron los gobiernos de Duarte, Lugo, Franco y ahora Cartes; y todo indica que estas células que operan al margen del Estado van a continuar al menos hasta un próximo gobierno, con una Fuerza de Tarea Conjunta que sigue creciendo exponencialmente en presupuesto.
Aunque por oportunismo electoral o directa complicidad, no se apunta al corazón del problema: los políticos regionales que apañan actividades criminales como el narcotráfico, el contrabando, el tráfico de rollos y otros rubros.
No se puede derrotar a grupos criminales con impresentables aliados políticos que son cómplices y legitiman socialmente estas actividades ilegales.
El mismo día de la entrevista a Peña, hablábamos más temprano en la 730 AM con la diputada oficialista Perla de Vázquez, quien intentaba minimizar la influencia de los narcopolíticos en su departamento.
Horas más tarde era detenido en Bolivia uno de los miembros de su equipo político y presidente de la seccional colorada de Liberación, con más de cinco mil kilos de marihuana en su poder, en el que es catalogado por el Gobierno boliviano como el mayor decomiso del año.
“El narcotraficante ocupa el vacío que deja el Estado” me había dicho en una entrevista Juan Pablo Escobar, hijo del capo narco Pablo Escobar Gaviria.
El pensamiento, que creo acertado, sin embargo, me plantea también esta pregunta, ¿qué pasa si en realidad el Estado deja ese vacío por decisión de quienes lo administran?
La respuesta es narcocracia.