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Como parte de nuestra historia reciente, como una visible cicatriz de batalla de nuestra joven y algo frágil democracia, la quema del Congreso y la muerte de Rodrigo Quintana definitivamente llegarán en unos pocos años a los textos escolares. Solo espero que la crónica esté completa y que el culpable de haber apagado esa joven vida sea señalado con nombre y apellido, más allá de quien haya jalado el gatillo.
Para costear sus estudios trabajó en el taller mecánico de su hermano. Su tesis para recibirse de ingeniero agrónomo estaba en pleno proceso.
Cada 15 de mayo, la fiesta patronal de la ciudad de La Colmena, en el departamento de Paraguarí, era todo un evento especial para él, un verdadero apasionado de la jineteada.
Era prácticamente un joven más que hacía patria anónimamente con su trabajo y sus estudios. Dejó de serlo un 31 de marzo, hace dos años cuando con unos amigos llegó hasta la plaza del Congreso, pero su nombre: Rodrigo Quintana, quedaría para siempre en nuestra historia cuando un balazo apagara su vida.
Ese día, ya a la noche y tras la quema del Congreso las calles quedaron inseguras luego de varios hechos de violencia y vandalismo, el local del PLRA se convirtió en una especie de refugio para jóvenes, mujeres y políticos.
Pasada la medianoche policías antimotines ingresan al local del partido abriendo puertas con patadas, a esa hora según los testimonios era muy confuso lo que ocurría.
En el pasillo donde cae Rodrigo, estaban otros jóvenes en el momento del disparo, lo que ocurrió ese día muchos de nosotros nunca antes había visto.
Qué podíamos pensar en esos días? no meternos más en política? como en la época de la dictadura. No salir de la casa y ser indiferentes de lo que ocurre en el país?
La muerte de este joven se dio dentro del local de un partido político. Desde todo punto de vista es un hecho lamentable y terrorífico para la democracia, pero que la gente ya no está dispuesta a soportar. Como es común en nuestro país, la justicia está retrasándose en resolver este caso que a dos años sigue paralizado.
Todo fue a causa de los malos políticos que como siempre intentaban sacar beneficios a cualquier costo.
Siempre se escucha decir que a la gente no le gusta ni le importa la política, pero desde aquel día los políticos se sienten observados. Renuncian, se van, rinden cuentas a la justicia, son escrachados.
Cada día se ve a la gente más preocupada y metida en la política. Y a los políticos corruptos, preocupados.
maria.gomez@abc.com.py