Literatura paraguaya, valores y antivalores

En la literatura paraguaya se narran historias actuales de valores y antivalores, que se observan en la sociedad. Problemas psicológicos, marginalidad, consumo y venta de drogas, niños en situación de calle, sida, accidentes por imprudencia, aborto, abuso del uso de internet y tantos temas más son relatados con sencillez y veracidad. Estos títulos se refieren mayormente a la parte negativa de la conducta humana en el grupo social. Obviamente, tampoco faltan el amor, ilusiones, esperanzas y sueños, presentes en las historias de la gente común.

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En los “cuentirelatos para jóvenes”, el autor paraguayo Nelson Aguilera escribe quince cuentos muy cortos y amenos, para el público juvenil. Con un lenguaje sin grandes metáforas, habla de situaciones cotidianas, que puede estar sucediendo en este mismo momento, en cualquier punto de la geografía nacional.

Por ejemplo, “El emo enamorado” es un jovencito que trata de conquistar a su amada, enviándole mensajes de textos a través de su celular. Después de mucho sufrimiento y larga espera, parece vislumbrarse una posibilidad. Es una vicisitud propia de los adolescentes, que gustan de algunas compañeras o amiguitas, que ganan su corazón. Sin embargo en “papá, vos no sabés nada”, el escritor se refiere a un chico que se pasa la mayor parte del tiempo navegando por internet y causa la desesperación del padre, a quien acusa de ignorante sobre la tecnología de hoy. Como podemos apreciar en la actualidad, los jóvenes están muy absorbidos en cuestiones de las redes sociales y casi ya no escuchan cuando sus padres les hablan o les dan consejos.

Como se trata de pequeños relatos dirigidos a jóvenes, no falta “mi primer empleo”, un verdadero drama para la juventud de nuestro país. El protagonista, al terminar su colegio, se ve obligado a buscar trabajo para ayudar a sus padres y ver la posibilidad de seguir una carrera. En ese trajín angustioso por conseguir cualquier cosa, cae en manos de narcotraficantes, que los lleva al Brasil, donde se distribuyen las drogas. Intenta volver al país, pero los mafiosos lo secuestran llevándole a la selva para que le coman los tigres. Milagrosamente se salva y retorna a su casa.

Asimismo, continuando con una lectura muy rápida, pasamos a “mi primera vez”, donde la figura principal es un adolescente que mantiene su primera relación sexual, con una desconocida. Tan mala suerte, que le transmite el virus del sida. Un incidente que también puede suceder en la realidad, cuando no se toman las precauciones debidas. Este punto es muy actual y a pesar de la educación que se imparte sobre los peligros del VIH, los jóvenes siguen contrayendo y contagiándose con tan temible enfermedad.

La delincuencia juvenil está reflejada en “Pepé, el ladrón”, donde tres hermanos se dedican a los robos callejeros, hasta que finalmente terminan en la cárcel de Tacumbú. Como ocurre generalmente, provienen de familias pobres, sin valores y sin educación. Prácticamente, son chicos cuyo hogar ha sido siempre la calle, donde aprendieron a sobrevivir, a probar la “cola de zapatero” para aplacar el hambre y a delinquir.

“Yo quiero ser doctora” es una historia fantástica, donde Gabriela, que proviene del departamento del Guairá, sueña con ser médica. Después de salvar miles de dificultades, consigue su sueño, conoce a un norteamericano, con quien se casa y viaja a los Estados Unidos. Hay otro cuento titulado “La oración de mi abuela”, donde el presidiario, un joven recluido en Tacumbú, recuerda los rezos de su abuela, que tanto oró por el nieto. Finalmente, el personaje se arrepiente de todas sus fechorías y se convierte en un pastor evangélico, siguiendo el camino de Cristo.

Los quince relatos de Nelson Aguilera son para jóvenes, pero pueden deleitarse con ellos, lectores chicos y grandes. Son breves, simples y reales. Situaciones diarias que se viven en distintos estratos sociales con los problemas que ya conocemos. Vale la pena leerlos.

blila.gayoso@hotmail.com

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