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“¿Cómo podemos ser tolerantes con homosexuales y travestis?... Me van a disculpar, pero cuando veo un hombre travesti vestido de mujer, que no sabemos dónde mete ese que sabemos... saco mi cabeza por la ventanilla de auto y le grito: ¡lacre de la sociedad! (sic)... Yo no soy filósofo, pero soy bien macho”, gritaba el senador colorado Carlos Núñez.
“Imagínense lo que significaría para mi nieta ver en la tevé o la vía pública a un hombrote (sic) con barba cerrada besándose con otro que tiene la camisa desprendida y el vello del pecho al viento...
Recuerdo que a los 13 años se me endurecieron las tetillas y le pregunté a mi mamá qué me pasaba, pero esa es la definición del sexo, de las hormonas. Gracias a Dios salí un viril jinete”, alardeaba el senador oviedista José Manuel Bóveda.
“Me dijeron que se inventó la vacuna contra la homosexualidad; dije que hay que traer la vacuna entonces... Van a pensar que soy del mismo gremio... sinceramente, seguro soy discriminativo en ese aspecto”, dijo el diputado liberal Edgar Ortiz cuando se le consultó si trabajaría con un homosexual.
“Hay un fuerte lobby en todo el mundo para sentirnos acomplejados en contra de lo que el Señor Creador determinó. Nos sentimos discriminados”, afirmó el senador colorado Luis Alberto Castiglioni.
Para el diputado colorado José María Ibáñez el planteo del Brasil esconde una “ideología de género” que corrompe los conceptos antropológicos, fomenta el matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción a niños. Es más, llegó a decir que esos argumentos servirán para legalizar luego la zoofilia, la necrofilia y la pedofilia.
La discusión superó el estamento parlamentario. La organización sin fines de lucro Asociación de Usuarios y Consumidores del Paraguay (Asucop) sostuvo que la “ideología gay” es un producto más para el consumo. En las redes sociales algunos llegaron más lejos y aseguran que el matrimonio entre personas del mismo sexo se enmarca en un plan de los grandes ricos del mundo para reducir a poco más de mil millones los habitantes del planeta para el año 2050.
Ambas cámaras del Congreso aprobaron un proyecto de declaración instando al Ejecutivo a defender la vida y a promover la familia, y las principales autoridades de la Iglesia Católica convocaron a manifestaciones pacíficas “pro-vida y pro-matrimonio entre hombre y mujer”. En una de ellas, un obispo acusó al arzobispo de homosexual.
Lo lamentable es que muchos de los que opinaron, incluso líderes religiosos, al ser consultados sobre si conocían el contenido de la resolución propuesta por Brasil, ni siquiera la habían leído. Esta solo condena los actos de violencia y las violaciones a los derechos humanos por motivos de orientación sexual e insta a los gobiernos a asumir políticas públicas en ese sentido. ¿Alguien puede oponerse a esto? En ningún párrafo se habla de aborto ni del matrimonio igualitario. Se construyeron discursos, resoluciones, marchas, con base en algo que no existía.
Aunque muchos se deleitaron con las discusiones, este episodio deja al desnudo nuestras miserias, la ignorancia, las mentiras y una gran hipocresía. Lastimosamente aún nos queda un largo camino para siquiera pensar en una sociedad un poco más madura.