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Si la política fuese como el fútbol podríamos decir que, así como está el comportamiento de los partidos y movimientos en función de gobierno, todos están jugando para el candidato colorado HC. El gran laberinto que están generando con las rencillas internas, tanto liberales como los agrupados en el Frente Guasu, pareciera que no deja otro camino que optar por el benjamín republicano que, si bien tiene apenas meses como afiliado, se maneja y actúa como el más experimentado caudillo stronista.
Como antes, ahora parece que el viento vuelve a favorecer a HC, y si los luguistas siguen en el lío, no haría más esfuerzo que esperar que el río se revuelva para sacar ganancia.
El panorama que tenemos a la vista previo al ingreso del año propiamente político-electoral, cuando los partidos tengan que decidir sus candidatos para las elecciones generales del 2013, es todavía muy confuso. Y si la meta de liberales, progresistas y socialistas es llegar unidos al 2013 tienen mucho que hacer en el trayecto del 2012.
En realidad es un poco complicado entender el verdadero objetivo de los que integran el gobierno de Fernando Lugo. Por un lado, declaran que quieren fortalecer el proceso de cambio iniciado en el 2008, pero sus accionar indica todo lo contrario. Es difícil de entender por qué los liberales en principio resolvieron y festejaron como una decisión democrática la elección de su candidato a presidente por vía de la encuesta, y ahora, a pocos meses, de nuevo ponen en duda lo que todos celebraron en su momento.
Si en realidad todos comparten la idea pluralista y tienen como meta construir una alianza para el 2013, ¿cuál sería el problema que elijan su candidato en abril del próximo año. ¿Acaso no deben tener candidato propio para competir más adelante con el que salga electo del sector progresista? Y si el inconveniente es que el candidato liberal, que podría triunfar en abril, no es del agrado de los sectores de izquierda, ¿no es acaso el voto ciudadano el mejor juez para decidir quién tiene la confianza de la gente? Es más, el sector progresista tendría incluso la posibilidad de proponer a otro liberal para dirimir con el elegido oficialmente por el partido.
De ahí que no se puede entender dentro de un razonamiento sencillo por qué tanto embrollo para buscar una alianza electoral. Lo que sí se puede deducir es que existen sectores que no están convencidos de construir ese acuerdo para el 2013. Todo indica que hay grupos radicalizados y el fanatismo es el mejor aliado para echar por el suelo el objetivo más noble. Todo parece que el interés real es asegurar una banca antes de embarcarse en una competencia que requiere de mayor esfuerzo y más renuncias personales.
En fin, la inocultable verdad que nos revela estas mezquindades es que lo único que construyen los políticos es una gran muralla para impedir el desarrollo. Lamentable.
Como antes, ahora parece que el viento vuelve a favorecer a HC, y si los luguistas siguen en el lío, no haría más esfuerzo que esperar que el río se revuelva para sacar ganancia.
El panorama que tenemos a la vista previo al ingreso del año propiamente político-electoral, cuando los partidos tengan que decidir sus candidatos para las elecciones generales del 2013, es todavía muy confuso. Y si la meta de liberales, progresistas y socialistas es llegar unidos al 2013 tienen mucho que hacer en el trayecto del 2012.
En realidad es un poco complicado entender el verdadero objetivo de los que integran el gobierno de Fernando Lugo. Por un lado, declaran que quieren fortalecer el proceso de cambio iniciado en el 2008, pero sus accionar indica todo lo contrario. Es difícil de entender por qué los liberales en principio resolvieron y festejaron como una decisión democrática la elección de su candidato a presidente por vía de la encuesta, y ahora, a pocos meses, de nuevo ponen en duda lo que todos celebraron en su momento.
Si en realidad todos comparten la idea pluralista y tienen como meta construir una alianza para el 2013, ¿cuál sería el problema que elijan su candidato en abril del próximo año. ¿Acaso no deben tener candidato propio para competir más adelante con el que salga electo del sector progresista? Y si el inconveniente es que el candidato liberal, que podría triunfar en abril, no es del agrado de los sectores de izquierda, ¿no es acaso el voto ciudadano el mejor juez para decidir quién tiene la confianza de la gente? Es más, el sector progresista tendría incluso la posibilidad de proponer a otro liberal para dirimir con el elegido oficialmente por el partido.
De ahí que no se puede entender dentro de un razonamiento sencillo por qué tanto embrollo para buscar una alianza electoral. Lo que sí se puede deducir es que existen sectores que no están convencidos de construir ese acuerdo para el 2013. Todo indica que hay grupos radicalizados y el fanatismo es el mejor aliado para echar por el suelo el objetivo más noble. Todo parece que el interés real es asegurar una banca antes de embarcarse en una competencia que requiere de mayor esfuerzo y más renuncias personales.
En fin, la inocultable verdad que nos revela estas mezquindades es que lo único que construyen los políticos es una gran muralla para impedir el desarrollo. Lamentable.