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El extraordinario marino expresaba la frase en inglés cuando desobedecía la orden de retirarse de algún combate naval ya que siempre pronosticaba que ganaría toda batalla si perduraba y persistía en ella. Con su tesón y firmeza encaraba todas sus peleas, salvo la que hizo por última vez cuando falleció por el disparo de un marinero francés, el 21 de octubre de 1805, en el cabo Trafalgar de España. Voy a hacer la “vista gorda” decía.
Hoy el significado se fundamenta en el mundillo del contrabando cuando los aduaneros dejan pasar todo tipo de artículos sin cobrar ningún impuesto, pero les alcanza un toco interesante de dinero que les llega como coima. No debe haber gente más sinvergüenza y corrupta que la apostada en los edificios aduaneros de todo el Paraguay. Son archiconocidos los que ganan tan poco y viven como pocos. Los llamados “maletines” son los famosos estuches en los que se carga una buena parte de lo recaudado en los controles fronterizos.
Pero la “vista gorda” también mira hacia otros horizontes y la frase se extiende y llega hasta todo aquel que es sobornado o comprado para que cierre los ojos y la boca. Eso sí, en contrapartida queda habilitado para abrir todos sus bolsillos o se ubica como componente del grupo deshonesto para participar de las ganancias.
El vocablo es hoy vox populi y en todo el orbe de habla hispana se escucha la frase como equivalente a no querer ver lo que está aconteciendo y no meter las narices para evitar las complicaciones o para recibir un buen pago por sus servicios no prestados.
En los países tan corruptos como el Paraguay la vista gorda se torna rechoncha cada vez más y hasta los no videntes captan todo el contrabando que pulula en este país. El hacer la vista gorda es una aptitud de alto talento con una visión de obesa competitividad en este país. Por eso es pan diario que debe digerir hasta el más honesto del Paraguay.
El Pilcomayo y su falta de agua es una cristalina manera de hacer brotar hasta lágrimas de cocodrilo a los yacaré de la zona y, con lo ocurrido, quedó visiblemente demostrado que ahí se hizo una regordeta vista gorda. Estamos en pleno mes de agosto y los campos se queman ante los párpados de los fiscales ambientales quienes deben ser los que tienen la vista comparable a la de los aduaneros. Son casi todos unos coimeros de pedigrí que jamás ven los delitos ecológicos que en serio y en serie se producen en el Paraguay. La salida de rollos de los parques nacionales tiene el acompañamiento incondicional de estos fiscales que se apoyan en coimas en condicione$.
La Patrulla Caminera solo sirve para controlar y ver la licencia de conducir y la “habilitación” de los conductores y vehículos y hacer la vista gorda para organizar el tránsito y hacer cumplir la ley 1.880 (24-IV-2002) que hasta permite el sacrificio de todos los animales de todo tipo que circulen en la vía pública. Pese a todos los muertos que causaron y lo siguen haciendo en las rutas del país, esta ley solo es letra muerta y, ante todo lo visto, las autoridades siguen con la vista gorda.
La Policía Nacional y las FF.AA. están plagadas de efectivos que pudren al resto honesto y decente de estos estamentos que sirven para el lamento. Con la vista gorda que hacen hasta pueden engordar al ganado ajeno. Es realmente vergonzoso.
Las rutas y escuelas se hacen ante la vista gorda de sus fiscalizadores y, con la vista gorda que hacen, todos tienen la vista flaca para engordar sus bolsillos.
caio.scavone@abc.com.py