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La ventana ausente es un agujero lleno de indiferencia y desprecio. Es también un mensaje poderoso que martilla la autoestima de los alumnos de esa escuela. Lo que comunican los adultos es clarísimo: “Nos importan tan poco que no somos capaces de gestionar la reposición de una ventana. Valoramos tan poco su educación que no consideramos que se merezcan un espacio digno y propicio para el aprendizaje”.
La ventana de esta escuela es apenas un símbolo y no es ninguna excepción. A otras escuelas y colegios públicos les faltan no solo ventanas, sino paredes, o techos, o lo que tienen está tan mal que incluso pone en riesgo la vida de los alumnos y profesores. Se podría considerar un milagro que los derrumbes de aulas ocurridos en los últimos años hayan pasado en vacaciones o fines de semana.
Hablar de derrumbes quizá sea alarmista, aunque más del 70% de obras en escuelas no fueron fiscalizadas. El abandono se puede notar en cuestiones mucho más sencillas, como un aula donde nadie se molestó en pintar un dibujo alegre o exhibir los trabajos de los chicos. Se ve hasta en un baño que no se limpia.
A menudo los profesores se quejan de que los alumnos son responsables de una parte del mal estado de las instituciones educativas. Rompen los muebles, rayan las paredes y a veces –incluso adrede– destrozan puertas y ventanas. Casi podríamos decir que son buenos discípulos. ¿Por qué deberían esperar que los alumnos se comporten de manera diferente a los adultos que los rodean? Simplemente manifiestan de otra forma el mismo desprecio hacia los bienes comunitarios y los espacios educativos.
Para el aprendizaje se necesitan un entorno, una arquitectura favorable, un ambiente que comunique a los alumnos que son queridos, apreciados, que se merecen lo mejor y que la sociedad está dispuesta a dárselo. Como casi siempre, el dinero cuenta, pero no es todo. Lo más importante es la cohesión de la comunidad, sentirse parte, comprometerse, organizarse para conseguir lo que se necesita. Las instituciones educativas están de vacaciones y en un pestañeo volverán a abrir sus puertas. Por eso este el momento de poner manos a la obra.
ndaporta@abc.com.py