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El ser humano por sus capacidades propias jamás llegaría a saber esto, como nos muestra la Historia, ya que todos los pueblos, o acreditan en un solo Dios y una sola persona, o en varios dioses, cada cual “especialista” en algo.
Sin embargo, Jesucristo retiró el velo de la intimidad de Dios, que es Amor, que nos ha creado por amor y quiere que vivamos con Él para siempre.
Son tres Personas divinas de la misma naturaleza, pero solamente un Dios. Afirmamos que es Uno en la Trinidad y Trino en la Unidad.
En el Evangelio Jesús revela que todo lo que es del Padre es también suyo, y que el Espíritu nos anunciará varias cosas, para que vivamos dentro de la Trinidad.
Comúnmente se dice que la Santísima Trinidad es un misterio tan grande que no podemos entender: esto en parte es cierto, y en parte, falso.
¿Qué compromisos nos trae creer en la Trinidad divina?
Empecemos considerando que Él es nuestro Creador, por lo tanto, somos sus criaturas. Es decir, hablamos de personas, muy distintas por supuesto, pero de personas, en fin. Cuidemos, entonces, de una moda moderna, que insiste en que nos relacionamos con una dicha “energía cósmica”: quitar el carácter personal es empobrecer dramáticamente la relación.
Dios en sí mismo es una familia, pues son tres Personas, donde reina una total donación entre ellos; Dios no es soledad, ni indiferencia y tampoco hay egoísmo en sus vínculos.
El libro del Génesis asegura que el hombre y la mujer fueron creados a la “imagen y semejanza” de Dios, pero de este Dios Trino y Uno. Así, la vocación primera del ser humano es la vocación a amar a Él y al semejante. Cada vez que uno manifiesta egoísmo y maldad, además del mal que hace al otro, se destruye a sí mismo, pues destruye su propia naturaleza.
Otra consecuencia es la unidad de la familia, sea la familia que es marido, mujer e hijos, que deben poner toda carne al asador para mantenerse unidos. Sea también la unidad de la familia humana, de los justos intercambios comerciales entre los pueblos.
Además, quien está en la gracia del Señor es templo del Espíritu Santo, por ello, nunca tendría que sentirse solitario o deprimido, pero siempre entusiasmado con los regalos de esta entrañable compañía.
Paz y bien., ¡y un abrazo a todos los padres en su día!
hnojoemar@gmail.com