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Esta es precisamente mi primera preocupación. En su discurso de lanzamiento aseguró que no no es de derecha ni de izquierda, ni de arriba ni de abajo. En un político es una afirmación desacertadísima. Quiere decir que su orientación ideológica tiene tantas direcciones como los trescientos sesenta puntos que indica la Rosa de los Vientos. Y esto es importante para saber de qué manera y a través de qué medios se solucionarán los problemas que realmente nos preocupan. Vale decir: cuál será la herramienta.
Todos estamos de acuerdo que los grandes problemas que nos preocupan tienen que ver con la corrupción, la justicia al servicio de las elites gobernantes, la reactivación económica, la creación de puestos de trabajo, la emigración, la seguridad ciudadana, el contrabando, la piratería, la educación y el sistema de salud pública. Alguien tendría que hacer una encuesta para saber en qué orden nos preocupan estos temas que son capitales para insertarnos, tímidamente, en algún rinconcito del mundo moderno.
Si se presta atención al discurso de los candidatos a la Presidencia que hemos tenido y a los que vamos a tener todavía, todos coinciden en estos puntos; todos coinciden además que de llegar a ser gobierno, le darán prioridad a la búsqueda de soluciones. Pero nunca ha dicho nadie cuáles son los caminos para llegar a tales objetivos.
Justamente lo que nos interesa, o lo que tiene que interesarnos -y así debe ser en un sistema político pluralista- son los métodos que se aplicarán porque es allí donde radica la diferencia entre distintas corrientes de opinión. Me imagino que la corrupción se combatirá de una manera en los Estados Unidos de América y de manera muy diferente en los países islámicos. En el primer caso el corrupto va a la cárcel y en el segundo se le cortan las dos manos.
Pues bien, me imagino que el Partido Colorado tendrá sus métodos para la creación de puestos de trabajo (los debe tener aunque hasta ahora sean un secreto de Estado) mientras que los del PLRA tendrán los suyos. Y me interesa conocer las diferencias para saber por quién votaré en las próximas elecciones. Lo que me debe guiar no es el color del pañuelo sino la seriedad de la propuesta que no debe estar en contra de mis principios ideológicos.
Abogo por un Estado no confesional porque es el único que garantiza la igualdad entre todos los ciudadanos. Recuérdese aquellas Constituciones nacionales en las que se exigía que el Presidente debía ser, además de paraguayo, católico y que la religión del Estado era la católica, apostólica y romana aunque se toleran los otros cultos. Con estos dos artículos, se impedía que un miembro de cualquier etnia indígena que habita nuestro país vivimos cantándole loas hipócritas a los indígenas- pudiera llegar a ocupar tal puesto. Ni qué decir ya de alguien que profesa el judaísmo, la fe musulmana, el luteranismo, el anglicanismo o cualquier otra.
Lastimosamente nuestros políticos todavía no han llegado a ese estadio del pensamiento. Es decir, no alcanzaron a conocer mucho menos entender- lo que significó la Revolución Francesa y sus postulados. Tampoco lo entiende el grueso del electorado que se ha dejado encandilar por la cruz pectoral, el anillo y los colores morados que caracterizan la vestimenta de un obispo. Porque no hay que engañarse, lo que ha despertado el interés por la candidatura de Lugo no ha sido su pensamiento político, ni su programa de gobierno, ni sus propuestas que transformarán el país haciéndolo pasar de un sistema de caudillismo criollo a ser un país moderno. Lo que ha deslumbrado a muchos es su carácter de ser miembro de la iglesia católica. Aún más: ser obispo de la iglesia católica. No tengo nada personal con monseñor Lugo. Pero contra los estados teocráticos, sí.
jruiznestosa@gmail.com
Todos estamos de acuerdo que los grandes problemas que nos preocupan tienen que ver con la corrupción, la justicia al servicio de las elites gobernantes, la reactivación económica, la creación de puestos de trabajo, la emigración, la seguridad ciudadana, el contrabando, la piratería, la educación y el sistema de salud pública. Alguien tendría que hacer una encuesta para saber en qué orden nos preocupan estos temas que son capitales para insertarnos, tímidamente, en algún rinconcito del mundo moderno.
Si se presta atención al discurso de los candidatos a la Presidencia que hemos tenido y a los que vamos a tener todavía, todos coinciden en estos puntos; todos coinciden además que de llegar a ser gobierno, le darán prioridad a la búsqueda de soluciones. Pero nunca ha dicho nadie cuáles son los caminos para llegar a tales objetivos.
Justamente lo que nos interesa, o lo que tiene que interesarnos -y así debe ser en un sistema político pluralista- son los métodos que se aplicarán porque es allí donde radica la diferencia entre distintas corrientes de opinión. Me imagino que la corrupción se combatirá de una manera en los Estados Unidos de América y de manera muy diferente en los países islámicos. En el primer caso el corrupto va a la cárcel y en el segundo se le cortan las dos manos.
Pues bien, me imagino que el Partido Colorado tendrá sus métodos para la creación de puestos de trabajo (los debe tener aunque hasta ahora sean un secreto de Estado) mientras que los del PLRA tendrán los suyos. Y me interesa conocer las diferencias para saber por quién votaré en las próximas elecciones. Lo que me debe guiar no es el color del pañuelo sino la seriedad de la propuesta que no debe estar en contra de mis principios ideológicos.
Abogo por un Estado no confesional porque es el único que garantiza la igualdad entre todos los ciudadanos. Recuérdese aquellas Constituciones nacionales en las que se exigía que el Presidente debía ser, además de paraguayo, católico y que la religión del Estado era la católica, apostólica y romana aunque se toleran los otros cultos. Con estos dos artículos, se impedía que un miembro de cualquier etnia indígena que habita nuestro país vivimos cantándole loas hipócritas a los indígenas- pudiera llegar a ocupar tal puesto. Ni qué decir ya de alguien que profesa el judaísmo, la fe musulmana, el luteranismo, el anglicanismo o cualquier otra.
Lastimosamente nuestros políticos todavía no han llegado a ese estadio del pensamiento. Es decir, no alcanzaron a conocer mucho menos entender- lo que significó la Revolución Francesa y sus postulados. Tampoco lo entiende el grueso del electorado que se ha dejado encandilar por la cruz pectoral, el anillo y los colores morados que caracterizan la vestimenta de un obispo. Porque no hay que engañarse, lo que ha despertado el interés por la candidatura de Lugo no ha sido su pensamiento político, ni su programa de gobierno, ni sus propuestas que transformarán el país haciéndolo pasar de un sistema de caudillismo criollo a ser un país moderno. Lo que ha deslumbrado a muchos es su carácter de ser miembro de la iglesia católica. Aún más: ser obispo de la iglesia católica. No tengo nada personal con monseñor Lugo. Pero contra los estados teocráticos, sí.
jruiznestosa@gmail.com