La regla de oro

Una de las reglas de oro que se adjudica a la sabiduría popular de la India es la siguiente: “El que tiene el oro hace las reglas”. Esta triste máxima pinta un cinismo aparentemente exagerado, pero útil para llevar adelante un análisis de la realidad en cualquier campo, y más especialmente ahora en el ámbito de las relaciones internacionales.

Cargando...

Siguiendo esta línea de pensamiento, se infiere que “el que hace las reglas tiene el poder”, lo cual denota, claro, que no todos tienen acceso al poder si faltan las premisas anteriores.

Concluyendo la argumentación: para tener poder, hay que manejar las reglas del juego; y para conseguir esto, hay que tener dinero.

Siguiendo el análisis, no todos los países, instituciones o personas tienen igual poder.

El desbalance en el poder afecta las relaciones y es sin lugar a dudas un elemento irritante, puesto que en la gran mayoría de los casos dota de impunidad a aquellos que lo ejercen. El poder regala, además, privilegios, estatus, fuerza y atribuciones.

Antes de que alguien se horrorice con esta aseveración, hay que reconocer que “en esta ecuación”, como diría Cristina Kirschner en medio de su jerga inventada, no entran valores como el altruismo, la igualdad, la cooperación, etc., pero es bien real y lo vivimos a diario nos guste o no.

El historiador griego Tucídides decía: “La justicia es un concepto abstracto, no existe. El más fuerte siempre ha impuesto su voluntad. La justicia existe solo entre iguales; mientras los fuertes hacen lo que quieren, los débiles sufren lo que les toca”.

El poder sin contrapesos habilita, por tanto, a hacer lo que uno quiere más allá del sentido estricto de lo que es justo.

La situación regional es un reflejo de todo esto y no debe sorprendernos, más bien debemos aprender de ella, pues es una lección histórica y de política internacional.

Si aprendimos esta lección, lo sabremos bien pronto cuando tengamos que negociar nuestro retorno al “concierto internacional de las Naciones”, en donde, evidentemente, estamos en el “freezer”.

El 31 de Julio de 2012 , con el acceso de Venezuela al Mercosur, primó la regla de oro y es inútil intentar otra lectura.

Vamos por partes para reconocer los elementos que contiene la regla:

El Oro: Ese mismo día se empezaron a formalizar las alianzas económicas entre Venezuela, Brasil, Argentina y, en un mínimo grado, Uruguay.

Brasil y Argentina, con sus economías en retracción, sobre todo Argentina, ya cuentan los billetes que les va a producir el ingreso en un mercado que compra más del setenta por ciento de lo que consume.

Brasil, por su parte, va a ser probablemente el más importante beneficiado.

Como muestra vale un botón, ese mismo martes formalizó la venta a Venezuela de seis aviones Embraer por doscientos setenta y un millones de dólares y ha reservado otras catorce aeronaves con el mismo propósito.

Argentina firmó también acuerdos con la petrolera estatal venezolana PDVSA, que abre la Faja del Orinoco a YPF, recién expropiada a la española Repsol. Y Uruguay celebró la entrada "estratégica" de Venezuela, tercer destino de sus exportaciones.

Todo esta información es solo la punta del iceberg de un enorme negocio que va a producir muchos recursos para Brasil y Argentina y va a darle un sello de goma a Chávez para seguir cometiendo tropelías.

Las reglas: Para conseguir este “oro”, los tres miembros del Mercosur hicieron las nuevas reglas y violaron los estatutos vigentes, desacatando los acuerdos y adecuando la letra a los intereses crematísticos.

El Poder: Se terminaron imponiendo el poder y la fuerza, no importa cuánto maquillaje se le haya puesto al proceso.

A partir de ahora, muchos intereses económicos fieros están en juego y es un ejercicio miope pensar solamente en la cuestión ideológica para ver qué le espera al Paraguay después de este reacomodo.
Habrá que adelantarse a los posibles escenarios y ver qué es lo que nos conviene y actuar conforme a ello, antes de que otros lo hagan por nosotros.

Pero tenemos que negociar con suficiente preparación, midiendo los resultados, empleando las mejores estrategias, con paciencia y sin tomar decisiones desesperadas.

Finalmente, tenemos que tener en cuenta un elemento que puede entrar en juego en las futuras negociaciones y que F. D. Roosevelt destacaba en su discurso inaugural, en 1932, en lo más profundo de La Gran Depresión: "A lo único que debemos temerle es al miedo mismo".

sheila.abed@idea.org.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...