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Liderados por Chávez y Correa, los países de Unasur se presentan en Paraguay para decirnos que no somos soberanos. Nos dicen, los funcionarios de Hugo Chávez y sus deudores, que nuestro Congreso no es parte del Gobierno democráticamente elegido, que nuestra Constitución la interpretan ellos, que la gente entrenada por ellos representa a la democracia, que los que no queremos gobiernos como los suyos y nos quedamos en nuestras casas esperando que el Congreso resuelva nuestra crisis, no deben ser considerados.
En fin, nos dicen que como los paraguayos nada entendemos… la chapa presidencial que eligiéramos, Lugo-Franco, es para que ellos decidan quién va a gobernar. Ellos dicen que Lugo es legítimo pero Franco no; qué raro, ¿no? Podríamos bucear en el conocimiento de la historia, de las ciencias sociales y políticas, y posiblemente no encontremos una, y menos varias razones que puedan explicar acabadamente los fenómenos políticos en nuestro país.
¿Cómo se podría explicar que fuéramos colonizados, gobernados y sometidos por los españoles por siglos y lo único que se logró es que no sepamos hablar en español o en el mejor de los casos apenas lo entendamos? ¿Cómo es posible que nos llevaron al borde del exterminio, colocaron gobiernos a su antojo como siguen colocando directores en Itaipú, y no logran más que preocuparnos, no más que eso; apenas una leve “puteada” de café como máximo?
¿Cómo es que nos “joden” inmisericordemente con las trabas a nuestro comercio con las medidas proteccionistas y los sindicatos políticos que impiden el normal tránsito por agua para salir al mar, y luego nos dicen que son hermanos y se preocupan por nuestra democracia?
Ni bola les damos, por eso… porque es pura bola.
¿Dónde está la fortaleza de nuestra nación? Qué sé yo.
Siento, no es una teoría ni siquiera un supuesto, lo siguiente: Los paraguayos sabemos -por cuestiones elementales de humanidad no hay mucha elaboración- lo que está bien y lo que está mal. En la política aceptamos cosas que en pocos lugares se aceptarían, niveles de corrupción increíbles, mediocridad manifestada con alevosía, etc. Pero el chantaje, la prepotencia, la soberbia, la humillación, no. No los aceptamos.
Pregúntenle a Nicanor por qué tanto descrédito: por prepotente y por humillar a sus ministros y colaboradores. ¿Por qué nos olvidamos de “Lucho”? Porque nos pareció inútil nomás, vyrésa como decía él, pero es buen tipo.
¿Por qué Lino Oviedo perdió tanto en tan poco tiempo? Porque traspasó la barrera de la tolerancia al mandonismo y la prepotencia.
La gente no reacciona con violencia ante estos hechos. Ya sabe y espera tranquilo.
Cuando desde la política se mata a la gente, se rebelan los mansos. El gobierno que provoca la muerte está condenado. Aun así seguirá manso salvo que lo provoquen.
Felizmente ayer, a pesar de los bolivarianos y sus ganas de “enquilombar”, esta gran crisis amenazada por la violencia sangrienta terminó con menos contusos que un festival de rock, menos violencia que un clásico de fútbol y menos confusión que en la Asociación Paraguaya de Fútbol para establecer el horario de un partido.
Jamás lo van a entender. Posiblemente, porque para nosotros las cosas son demasiado simples.
Triunfaron los mansos. Que los violentos apoyados por sus aliados del continente no perturben nuestra paz.