La polca “General Stroessner”

Los autoritarios encuentran siempre acomodo para llevar adelante sus proyectos. Cuando están en el poder, arrasan con la Constitución Nacional y las leyes. En democracia, exigen el cumplimiento de las normas legales. Y no se les puede negar para no caer, justamente, en lo mismo que ellos habían hecho. Desde el Gobierno los autoritarios nada quieren saber, por caso, de la libertad de expresión. Pero en la llanura exigen su cumplimiento irrestricto. Demandan la libertad que habían negado a sus opositores. 

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En las reuniones proselitistas encabezadas por el presidente Cartes, se elogia al general Stroessner y se interpreta alguna canción que se le dedicara. En los tiempos terribles de la dictadura estaba prohibida, con pena carcelaria, ni siquiera silbar la polca de los liberales. En los archivos policiales figuran el apresamiento de muchos ciudadanos que cometieron el delito de ejecutar la polca “18 de Octubre”.

Desde la lógica de la dictadura, tenían sentido tales apresamientos. En nuestro país, el color y la música partidarios contienen una elevada expresión simbólica. Además, definen el temperamento de las personas, su ideología, hasta sus intenciones. No se ejecuta gratuitamente la música de un Partido. Marca presencia, estado de ánimo, propósitos. 

En la dictadura, la ejecución de la polca “18 de Octubre” era un desafío, una rebeldía, una protesta. Igualmente, la polca “Colorado” en sus tiempos de llanura. 

Consciente de la reacción en el ánimo del oyente, apenas unos meses después de que Stroessner se hiciera con el gobierno de la República, la Administración Nacional de Telecomunicaciones –antecesora de Copaco– dictó una resolución que ordenaba a todas las radioemisoras del país a abrir y cerrar sus transmisiones con las polcas “Colorado” y “General Stroessner”. Fue el inicio de una serie de arbitrariedades que definió la política que se proponía ejercer el entonces nuevo Gobierno militar. 

Por una polca de los partidos políticos, muchos ciudadanos perdieron la vida o la libertad. Fue así porque esas músicas no son inocentes. Más que músicas, son una actitud, una provocación, una arrogancia. Es lo que hacen hoy los estronistas en las reuniones presididas por Cartes para presentar al candidato para sucederle, Santiago Peña.

La última vez, en Canindeyú, se volvió a escuchar “General Stroessner” en momentos en que la fiscalía pedía el encarcelamiento de diez antiguos torturadores, encontrados como responsables de la muerte y padecimiento de más opositores a la dictadura. La música que exalta la figura de Stroessner es un desafío a la democracia. Es traer a la memoria, en el caso de los torturadores, por ejemplo la Pascua Dolorosa, esas escenas vividas en Misiones en 1976 durante la represión sin misericordia a los miembros de las Ligas Agrarias Cristianas. Hubo muertos, desaparecidos, torturados. Cuatro años después, en lo que se dio en llamar “El caso Caaguazú”, los militares, con el apoyo de seccionaleros locales, asesinaron a 20 campesinos. Los cuerpos de 10 de ellos nunca se encontraron. Y están las represiones a los campesinos de Jejuí, y tantos otros similares a lo largo y ancho de la dictadura. A ellos tenemos que agregar a políticos, obreros, estudiantes, etc. 

Esta semana, Norberto Bellini hará conocer en Milán, Italia, su libro “Historia y testimonio de las Ligas Agrarias”, con prólogo de monseñor Melanio Medina. Bellini y Medina conocieron de cerca la inmensa tragedia que hasta hoy golpea con fuerza a centenares de familias de varios departamentos del país. 

Por otro lado, el jueves se inauguró la muestra “Habeas data del Archivo del Terror”, en el local del Archivo Nacional de la Secretaría Nacional de Cultura, en Mariscal Estigarribia e Iturbe. Contiene algunas de las muestras del terror vivido y padecido en los tiempos de Stroessner, a quien se lo recuerda con cariño en las reuniones proselitistas de Horacio Cartes y su delfín.

No es, entonces, una casualidad ni gestos espontáneos la ejecución de la polca “General Stroessner” en los actos partidarios encabezados por Cartes. Sus actos autoritarios que destruyen las instituciones democráticas, como los Poderes del Estado, van de la mano con el recuerdo –la pesadilla– que despierta la música.

alcibiades@abc.com.py

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