La juventud, fuerza de la Iglesia y la sociedad

En el Paraguay, el mes de septiembre se identifica con la primavera y, sobre todo, con la juventud. En particular, este año la naturaleza nos regala una explosión de belleza con los tajy floridos que engalanan nuestras calles, rutas y ciudades. ¡Alabado sea el Señor por tanta hermosura!

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Nuestro país vive una primavera demográfica, con una pirámide poblacional que nos muestra que el 60 por ciento de la población tiene menos de 30 años de edad, lo que se constituye en un enorme desafío, pero también en una gran oportunidad para el desarrollo de la nación.

La estructura poblacional demanda políticas públicas que apunten a ofrecer a los jóvenes oportunidades de una formación adecuada e integral para el ejercicio pleno de sus capacidades y su contribución efectiva al desarrollo del país. Educación de calidad, empleo digno y espacios adecuados para el deporte y la recreación sana, son ambientes necesarios para que la juventud pueda crecer con equilibrio y aportar su creatividad, fuerzas y energías a la Iglesia y a la sociedad toda.

Nos alarman las noticias que involucran a jóvenes en hechos de violencia, delincuencia y crimen. Crece el tráfico y consumo de drogas en la población juvenil de todos los estratos sociales, pero cuyas consecuencias nefastas se manifiestan descarnadamente en los jóvenes de los sectores más vulnerables.

Al revisar la historia personal de cada joven que cae en la delincuencia, encontramos ausencia de familia, de contención afectiva, de modelos de vida.

Los jóvenes necesitan reflejarse en los adultos: sus padres, sus maestros, sus ídolos deportivos y artísticos, así como en las personas consagradas: religiosos, religiosas, sacerdotes, obispos. Necesitan modelos de vida que les inspire.

Pero, sobre todo, la clave está en el ambiente familiar, en el clima de aceptación, afecto, contención y acompañamiento que exista en el hogar para compartir sus dudas, canalizar sus inquietudes, apuntalar sus proyectos de vida.

Es por ello que los obispos del Paraguay hemos apostado como línea pastoral prioritaria por la evangelización de la familia, como núcleo fundamental de la sociedad; lugar donde se forja el futuro de la persona, desde su concepción, y espacio vital para proyectarla en lo que será como ciudadano: útil para sí mismo y para la sociedad, o un factor de potenciación de los problemas sociales.

Una sociedad mejor y una Iglesia más acorde a las enseñanzas de Cristo dependen en gran medida de qué niños y jóvenes estamos formando y con qué valores.

Culmino esta breve reflexión con motivo del Día de la Juventud con las palabras del papa Francisco a los jóvenes en Río de Janeiro: “Su joven corazón alberga el deseo de construir un mundo mejor. He seguido atentamente las noticias sobre tantos jóvenes que, en muchas partes del mundo, han salido por las calles para expresar el deseo de una civilización más justa y fraterna. Sin embargo, queda la pregunta: ¿Por dónde empezar? ¿Cuáles son los criterios para la construcción de una sociedad más justa? Cuando preguntaron a la madre Teresa qué era lo que debía cambiar en la Iglesia, respondió: tú y yo. Queridos amigos, no se olviden: ustedes son el campo de la fe. Ustedes son los atletas de Cristo. Ustedes son los constructores de una Iglesia más hermosa y de un mundo mejor”. (Discurso en la vigilia de oración con los jóvenes JMJ, 27 de julio 2013)

¡Feliz Día de la Juventud y que el Señor les bendiga!

*Obispo de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional

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