La Iglesia y el país que el papa Francisco quiere

La Iglesia y el pueblo de Paraguay le damos el abrazo fraterno y filial de bienvenida al santo padre, el papa Francisco, quien, coherente con su fe y su opción por los pequeños, por las periferias, eligió venir a nuestro país en su primera visita apostólica y misionera a América Latina.

Cargando...

El papa Bergoglio conoce, por experiencia propia y cercana, el Paraguay y a los paraguayos: su historia, su cultura, su realidad eclesial y nacional. Nuestra ilustre visita sabe dónde viene y con qué realidad se va a encontrar.

Nosotros también lo conocemos y sabemos su pensamiento, sus enseñanzas y sus claras orientaciones como Pastor de la Iglesia universal. Su visita se constituirá en una oportunidad para reafirmar las líneas fundamentales que la Iglesia en el Paraguay deberá asumir y concretar en sus estructuras, en sus planes y en sus acciones pastorales.

Somos conscientes de la necesidad de sacudirnos como Iglesia, de aceptar con humildad que no siempre hemos sido testigos coherentes de la fe que profesamos y que, en muchas ocasiones, no hemos actuado con fidelidad a las enseñanzas de Jesucristo.

El Santo Padre nos muestra el camino: “sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se conviertan en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación”. (E.G. 27).

Además, el Papa nos indica que nuestra fe tiene una dimensión social: “Una auténtica fe –que nunca es cómoda e individualista– siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra”. (E.G. 183).

Consecuente con estas orientaciones del Vicario de Cristo - que nos regaló una hoja de ruta para la acción, con su reciente carta Encíclica Laudato si-, como Iglesia en el Paraguay: obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, los laicos y la ciudadanía toda, estamos interpelados e invitados a un mayor compromiso con la situación social, política, económica, cultural y ambiental del país.

Desde nuestra fe en Jesucristo, somos convocados a revisar nuestras estructuras eclesiales, nuestra evangelización, nuestro compromiso con la promoción de los pobres, nuestro esfuerzo por una sociedad con mayor equidad y con mejores oportunidades para todos sus habitantes.

No podemos seguir pasivos e indiferentes ante la corrupción imperante en el país. El papa Francisco denuncia que la corrupción de los políticos, de los empresarios y de los eclesiásticos “la pagan los pobres”, que son privados de aquello a lo cual tienen derecho para sostener la avidez de los poderosos… la corrupción la pagan los hospitales sin medicina, los enfermos que no tienen terapias, los niños sin educación. (Homilía en Santa Marta, 16 de junio de 2014)

La fe en Jesucristo es revolucionaria. El Santo Padre clamó en Ecuador: “Evangelizar es nuestra revolución. Nuestra fe siempre es revolucionaria. Ese es nuestro más profundo y constante grito”. (Homilía en el Parque del Bicentenario de Quito, Ecuador, 7 de julio de 2015).

Estamos convencidos de que habrá un antes y un después de la visita del papa Bergoglio al pueblo paraguayo, que él admira y aprecia, tanto en la vida eclesial como en el ámbito nacional.

Sin dudas, Dios nos bendice con la visita del papa Francisco. Es el mismo Señor Jesucristo, por medio del Espíritu Santo, quien nos invita a vivir un nuevo Pentecostés, que nos lleve a la comunión eclesial y a la transformación social, para que nuestro pueblo tenga vida y la tenga en abundancia (Cfr. Jn 10,10).

* Obispo castrense y secretario general de la CEP

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...