La Iglesia Católica en los tiempos de Stroessner

De acuerdo con el despacho de la corresponsal de nuestro diario en Carapeguá, Emilce Ramírez, publicado el pasado lunes, los stronistas buscan "recuperar el orgullo de ser colorados para llevar nuevamente los pañuelos rojos al cuello, recuperar el Himno Nacional y la Religión Católica". Dijeron también que "jamás el Partido Colorado y el Gral. Stroessner han tenido un enfrentamiento grave con la Iglesia" como ahora, en que el Presidente de la República "no es católico, apostólico, romano y que está desafiando al 95% de la población paraguaya".

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Imposible opinar acerca de los propósitos de recuperar el Himno Nacional y la Religión Católica. No entendemos qué quiere decir.

En cuanto a la afirmación de que Stroessner jamás tuvo enfrentamiento grave con la Iglesia, la realidad es otra. Su larga dictadura se colmó de violencia, verbal y física, contra sacerdotes y obispos, nacionales y extranjeros.

Ya en 1958 el arzobispo de Asunción, monseñor Aníbal Mena Porta, dijo que "la centralización unilateral del poder, sin ser suficientemente controlada por la opinión pública, siempre conlleva en mayor o menor medida el peligro de abuso, arbitrariedad e injusticia". Esta lectura de la realidad se materializó en varios hechos. El 23 de agosto de 1968 la Policía secuestra los ejemplares de "Comunidad", vocero de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), dirigido por el padre Gilberto Jiménez. Apresa al propietario de la imprenta y suspende la edición por una semana. En octubre de 1969 la dictadura clausura definitivamente el periódico. El padre Jiménez va al exilio.

Por más atropellos a la Iglesia y a sus pastores, la CEP, ese mismo año de 1969, decreta la excomunión del ministro del Interior, Sabino Augusto Montanaro, y del jefe de Policía, general Francisco Alcibiades Brítez. Al poco tiempo, es expulsado del país el padre Francisco de Paula Oliva, fundador de Medios Modernos de Comunicación de la Universidad Católica. Los obispos denuncian este nuevo atropello.

En 1970, la CEP denunció las "violaciones de fundamentales derechos de la persona humana, como la situación de los presos políticos sin proceso judicial". Igualmente, "los atentados contra la integridad física de los detenidos en algunos departamentos policiales; la injusta discriminación y marginación de los ciudadanos en la provisión de cargos públicos por el solo hecho de no pertenecer al partido oficial...".

El Gobierno conformó el "Capítulo Paraguay" de la Confederación Anticomunista Latinoamericana, con varias comisiones. Una de ellas, "Lucha contra el clero comunista y subversivo", estuvo integrada por Salvador Rubén Paredes, Antonio Vera Valenzano, Manfredo Ramírez Russo, Enrique Cantero, Casiano Ayala y Pedro H. Doldán.

La acusación de "comunista", y consiguiente persecución, se extendió a los Testigos de Jehová, tan mansos ante los problemas terrenales porque, sostienen, "el reino de Jesús no es parte de este mundo".

No disponemos de espacio para nombrar a todos los sacerdotes y los obispos que fueron perseguidos sin piedad por la dictadura desde el Departamento de Investigaciones de la Policía, el diario "Patria", "La voz del coloradismo", los presidentes de seccionales como aquella desgraciada arrogancia de Ramón Aquino que, en Concepción, insultó a monseñor Aníbal Maricevich con su acostumbrada procacidad.

En la interminable lista figuran los obispos y sacerdotes, paraguayos y españoles, que fueron despiadadamente perseguidos durante la represión a los miembros de las Ligas Agrarias Cristianas.

¿De dónde salen ahora los stronistas a decirnos que el dictador no ha tenido "enfrentamiento grave con la Iglesia"? ¿O solo no fue grave porque muchos de ellos, salvajemente torturados, no dejaron el pellejo en Investigaciones, Abraham-cue, La Técnica o cualquier otro sitio donde se atormentaban a los presos?


alcibiades@abc.com.py
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