La Essap y el agua

El río Paraguay es la fuente para el agua potable de Asunción y sus alrededores. Esta agua es de buenísima calidad. Bajo contenido en sales (aproximadamente 120/140 miligramos por litro) y cierta turbiedad. El tratamiento para potabilizarla es coagularla con sulfato de aluminio (aglomera la turbiedad y facilita el filtrado), alcalinización con cal apagada, cloración, filtración por arena y recloración antes de ser enviada a la red de distribución de la ciudad y aledaños. Finalmente, esta agua es vuelta a clorar en los tanques de distribución de la ciudad porque hay muchos caños rotos en la red, y el cloro remanente en el agua impide la contaminación bacteriana accidental.

Cargando...

No obstante, el agua suministrada por la Essap a la población no es lo buena que debería ser.

En la primera época, después de la inauguración de Corposana, el agua de suministro de Asunción era, según técnicos extranjeros, la mejor agua de suministro público de América Latina. Hoy no es, ni remotamente, aquella agua a pesar de que la fuente es la misma y todas las plantas de tratamiento que se adicionaron son similares a la original. La razón es sencilla. Esta situación se viene arrastrando desde añares. El problema está en la irresponsabilidad de los operadores de plantas o del supervisor de la operación de las plantas. Ocurre que la irresponsabilidad es lo que más rápidamente se aprende. La coagulación del agua debe hacerse a pH 5 para que ella sea perfecta (el pH es la medida de la acidez o alcalinidad de algo). Pero, evidentemente, el pH no se controla o el control es insuficiente. Desde hace muchos años el tratamiento del agua en las plantas de Viñas Cue se hace a ojo de buen cubero. No hay un control riguroso del pH como debe serlo, razón por la cual la coagulación no es completa. Es decir, si no se ajusta el pH a 5, no se le saca al agua toda la turbiedad que tiene, razón por la que esa agua mal tratada se vuelve a coagular en las cañerías del sistema de distribución y uno recibe en su domicilio agua turbia. Esto aparte de los caños rotos.

Nosotros vivimos en un edificio de departamentos donde los tanques –el subterráneo y el elevado– se limpiaban, de acuerdo a las normas brasileñas, cada seis meses. Hoy nos vemos obligados a limpiarlos a los cuatro meses porque el agua tiene olor a podrido y termina arruinando el filtro purificador de carbón activado, que nos salva de comprar agua mineral para la bebida y la cocina.

Vayamos ahora a San Bernardino. El que recomendó la adquisición de los ozonificadores para resolver el problema del agua putrefacta del lago no sabe nada de agua. El ozonificador puede que destruya las cianobacterias, pero no elimina las toxinas. Aparte, esa agua putrefacta, que ya contaminó y arruinó la planta de tratamiento de agua de San Ber también contaminó con las cianobacterias y sus toxinas la red de distribución de agua. De modo que, por una parte, se intenta eliminar la contaminación bacteriana con el bendito ozonificador, pero se distribuirá el agua, supuestamente esterilizada, por la red contaminada. Y estaremos en lo mismo. El usuario va a recibir agua contaminada.

Puede ser que para alguien haya sido un lindo negocio la compra de los ozonificadores, pero, desgraciadamente, no es la solución del problema de San Bernardino. El centro del problema no está en esterilizar o no el agua tratada. El problema está en la fuente de suministro de agua, que es el lago, agua que en las condiciones en que se encuentra (un agua carente de oxígeno, putrefacta y plagada de cianobacterias y toxinas), jamás puede ser fuente de abastecimiento para agua potable.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...