La envidia destruye el cuerpo, la mente y el espíritu

Uno de los sentimientos más negativos que puede tener el ser humano es la envidia. De hecho, constituye uno de los pecados capitales junto a la ira, la avaricia, la gula, la pereza, la lujuria y la soberbia. De todas estas flaquezas, la envidia es una de las peores, porque a la larga destruye el cuerpo, la mente y el espíritu.

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La persona envidiosa sufre mucho. Quizás por complejo de inferioridad, inseguridad o por simple maldad, va acumulando en su interior esta emoción tan dañina. Se pregunta a menudo: “¿Por qué él o ella puede tener y yo no?” En vez de concentrar toda su energía en trabajar o procurar conseguir logros importantes, gasta su tiempo deseando lo que el otro posee. El objeto de su anhelo puede ser una casa, un auto, joyas, dinero, ropas o perfumes. Puede envidiar no solo cosas materiales, sino un novio, un trabajo, hijos o la felicidad ajena. Como le es imposible soportar el éxito del otro, llega a sentir rabia, angustia y estrés. Va juntando residuos tóxicos que van a parar al torrente sanguíneo, y no es raro que aparezcan enfermedades como la hipertensión arterial, los problemas cardiocerebrovasculares, trastornos mentales e incluso, cáncer. La bioquímica de la sangre en el cerebro se altera y los neurotransmisores segregan sustancias nocivas para el cuerpo. En vez de producir endorfinas o serotoninas, que son las hormonas del amor, el organismo se ve afectado notablemente por el aumento de la adrenalina.

El profesor doctor Ramón Lezcano Torres, en sus clases de medicina natural da especial importancia a los sentimientos negativos que destruyen la salud. En este sentido, la envidia es lo que más perjudica, no solo al cuerpo, sino a la mente y al espíritu. El mencionado profesional presentó en setiembre del 2013, su tesis doctoral titulada “La incidencia de la bioquímica de la sangre en el cerebro, según los reflexólogos”. En dicha investigación científica, asegura que una correcta alimentación, basada en frutas, verduras, semillas y raíces, beneficia al cuerpo y a la mente, influyendo en la conducta y en la parte emocional. De acuerdo a estudios recientes, el azúcar, la harina blanca, la carne, la yerba, el tabaco, el alcohol acidifican la sangre. Y sobre todo, afirma, que nada irrita tanto el cerebro como el azúcar blanca. Entonces, no es raro que los grandes consumidores de esos alimentos tengan alterada la bioquímica de su sangre y posean caracteres agresivos y violentos.

Hay psicólogos modernos que en sus terapias ya incluyen una buena alimentación, preferentemente ovo-lactovegetariana. En nuestro país, la educación en materia de nutrición, está cambiando mucho. No es extraño que los médicos, sicólogos y nutricionistas estén aconsejando todos los días, llevar una vida saludable para lograr la salud, y por lo tanto, cierto bienestar físico, mental y espiritual.

Si buscamos la salud, no podemos gastar la mejor parte del cerebro, envidiando al prójimo por las cosas que va conquistando. Los más famosos maestros espirituales recomiendan hacer una autoconciencia, que viene a ser como un autoexamen sobre nuestras conductas. Somos seres de luz y vinimos para amar y ser felices. Dios nos hizo a su imagen y semejanza.

El ser humano es el mayor poder del Creador. Los caminos están abiertos para lograr todos los tesoros que deseemos. Pero debemos perseguirlos con sacrificio, fe y esperanzas. No con sentimientos tan bajos como la envidia, que lo único que hace es volvernos pequeños y mezquinos, ante los ojos de las demás personas y ante la mirada de Dios.

blila.gayoso@hotmail.com

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