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En economía, la eficiencia es un parámetro que mide el bienestar social con bastante rigor. Una forma de conocer la eficiencia del etanol es calcular el balance económico (pérdidas y ganancias) de su producción. Si existe lucro, el etanol será eficiente, y no lo será si hay pérdidas. Otra forma de conocer su eficiencia es calcular el balance energético. El etanol será eficiente solo si su producción consume menos energía de la que produce. Algunos estudios indican que la producción del etanol consume más energía de la que produce. Ello significa que el etanol es ineficiente y empobrece a la sociedad. Otros piensan que el balance energético es positivo.
El cálculo del balance energético debe considerar desde la energía utilizada en el cultivo y la cosecha de la caña de azúcar o maíz, incluyendo fertilizantes, pesticidas y otros, hasta la producción de hierro en las minas, su transformación en acero y su posterior empleo en la fabricación de las bombas, cañerías, válvulas, destilerías así como la energía utilizada en tractores, maquinaria agrícola y los otros equipos e insumos. También debe considerar la energía consumida por trabajadores y familiares durante la producción. El balance energético es por ende muy difícil de calcular.
Por fortuna, el cálculo del balance económico es más sencillo. En un mercado libre, el etanol será eficiente y beneficiará a la sociedad siempre que su producción resulte lucrativa o rentable. Si la producción origina utilidades, es seguro que existe una ganancia neta de energía. En el caso de un pozo de petróleo o de gas, por ejemplo, su explotación se decide calculando la inversión necesaria para extraer el hidrocarburo, la depreciación de activos, los costos financieros, el balance anual y la tasa de retorno que producirá el pozo durante su vida útil, en valores actualizados.
El cálculo económico requiere conocer los precios de mercado de todos los recursos y procesos. Los subsidios y el proteccionismo que existen en el etanol distorsionan los precios e impiden el cálculo. En estas condiciones no es posible conocer la verdadera rentabilidad del capital, ni la eficiencia del proceso, ni si su producción traerá beneficios a la sociedad. No obstante, un teorema fundamental de la economía conocido como el Teorema del Bienestar establece que si determinadas obras y servicios no pueden ser suministrados sin subsidios, exoneraciones, proteccionismo y otras intervenciones del gobierno que distorsionen los precios, dichas obras serán ineficientes; es decir, no promoverán el bienestar social.
En la actualidad, la absurda intervención del gobierno en el suministro de los combustibles hace muy difícil saber si la producción del etanol en un mercado libre podría resultar eficiente e impulsar el progreso social. Pero, mientras los gobiernos lo sigan subsidiando, otorgando incentivos fiscales a sus productores y a los vehículos que lo utilizan, y continúen obligando por ley su mezcla con la nafta, es seguro que el etanol arrojará pérdidas económicas a la sociedad. Exactamente lo mismo puede decirse del biodiésel y otras fuentes de energía subsidiadas.
Los estatistas, si pretenden evitar la mala asignación de los recursos y el empobrecimiento de los pueblos que con sacrificio solventan sus erradas políticas energéticas, deben anular todos los subsidios y protecciones al etanol y dejar que la empresa privada decida su producción, realice el esfuerzo y arriesgue su capital sobre la base del cálculo económico.
pcristaldo@abc.com.py
El cálculo del balance energético debe considerar desde la energía utilizada en el cultivo y la cosecha de la caña de azúcar o maíz, incluyendo fertilizantes, pesticidas y otros, hasta la producción de hierro en las minas, su transformación en acero y su posterior empleo en la fabricación de las bombas, cañerías, válvulas, destilerías así como la energía utilizada en tractores, maquinaria agrícola y los otros equipos e insumos. También debe considerar la energía consumida por trabajadores y familiares durante la producción. El balance energético es por ende muy difícil de calcular.
Por fortuna, el cálculo del balance económico es más sencillo. En un mercado libre, el etanol será eficiente y beneficiará a la sociedad siempre que su producción resulte lucrativa o rentable. Si la producción origina utilidades, es seguro que existe una ganancia neta de energía. En el caso de un pozo de petróleo o de gas, por ejemplo, su explotación se decide calculando la inversión necesaria para extraer el hidrocarburo, la depreciación de activos, los costos financieros, el balance anual y la tasa de retorno que producirá el pozo durante su vida útil, en valores actualizados.
El cálculo económico requiere conocer los precios de mercado de todos los recursos y procesos. Los subsidios y el proteccionismo que existen en el etanol distorsionan los precios e impiden el cálculo. En estas condiciones no es posible conocer la verdadera rentabilidad del capital, ni la eficiencia del proceso, ni si su producción traerá beneficios a la sociedad. No obstante, un teorema fundamental de la economía conocido como el Teorema del Bienestar establece que si determinadas obras y servicios no pueden ser suministrados sin subsidios, exoneraciones, proteccionismo y otras intervenciones del gobierno que distorsionen los precios, dichas obras serán ineficientes; es decir, no promoverán el bienestar social.
En la actualidad, la absurda intervención del gobierno en el suministro de los combustibles hace muy difícil saber si la producción del etanol en un mercado libre podría resultar eficiente e impulsar el progreso social. Pero, mientras los gobiernos lo sigan subsidiando, otorgando incentivos fiscales a sus productores y a los vehículos que lo utilizan, y continúen obligando por ley su mezcla con la nafta, es seguro que el etanol arrojará pérdidas económicas a la sociedad. Exactamente lo mismo puede decirse del biodiésel y otras fuentes de energía subsidiadas.
Los estatistas, si pretenden evitar la mala asignación de los recursos y el empobrecimiento de los pueblos que con sacrificio solventan sus erradas políticas energéticas, deben anular todos los subsidios y protecciones al etanol y dejar que la empresa privada decida su producción, realice el esfuerzo y arriesgue su capital sobre la base del cálculo económico.
pcristaldo@abc.com.py