La despedida del pueblo

SALAMANCA. Noticias oficiales confirmaron lo que me había dicho ya hace algún tiempo un amigo de Madrid, científico, biólogo, investigador respetado. Al comentarle el sobrepeso que se notaba en Hugo Chávez me dijo: "No es sobrepeso, es hinchazón. Se debe a los corticoides que le estarán dando con motivo de la quimioterapia". Pues sí, cuando se informó que viajaba de nuevo a La Habana para una tercera operación debido a un "pequeño problema" que se le presentó en el mismo sitio de donde le habían extraído un tumor canceroso –nadie sabe en realidad dónde se encuentra ese sitio– se habló de que estaba recibiendo corticoides. Como dicen los abogados: a confesión de parte, relevo de prueba. Y a La Habana partió, exactamente en el momento en que la oposición presentaba su candidato salido de unas difíciles primarias: Henrique Capriles Radonski a quien trató de "majunche", un término despreciativo que utilizan los venezolanos. Algo así que correspondería a nuestro popular "boludo".

En un acto de graduación de médicos Chávez aprovechó el estrado y la audiencia para decirle: "Una de mis tareas, majunche, va a ser quitarte la máscara, majunche, porque por más que te disfraces, tienes rabo de cochino, orejas de cochino, roncas como un cochino, entonces eres un cochino". Luego: "El majunche tiene unos asesores que le han dicho que no se confronte conmigo. Majunche, eso va a ser imposible porque es con Chávez la cosa ahora, así que vas a tener que confrontar, majunche, o salir corriendo. Con Chávez se confronta con ideas, con argumentos. Y cuando digo con Chávez, digo con un pueblo". Chávez confunde ideas" con "verborragia". Hablar mucho no significa ni ser más inteligente, ni tener más ideas ni ser más ilustrado. Por lo común, quien habla obsesivamente se expone a decir disparates. ¿Será este su caso?

Cuando vi por televisión las escenas de despedida de "su" pueblo, antes de partir a La Habana, arrojándole rosas rojas, recordé un chiste que corría en España cuando el "caudillo" Francisco Franco había entrado ya en el tramo final. El caudillo, desde la cama, escucha un murmullo que entra por la ventana. "¿Qué pasa allí afuera, Carmen?", le pregunta a su esposa que le responde: "Es el pueblo, Paco, que ha venido a despedirse". Y el caudillo: "¿Y a dónde se va?" Pues a algo similar me sonó la despedida de su pueblo. Su rival político, al que sin duda verá como un enemigo, el mismo al cual había insultado unos días antes, dijo algo así como que siendo él cristiano, le deseaba a Chávez una pronta recuperación y que regresara totalmente sano.   

Religiosamente no soy de las mismas ideas que Capriles Radonski aunque sí deseo que Chávez se recupere y que regrese para que desvele de una vez por todas de qué se trata el famoso "socialismo del siglo XXI" que él inventó; que no suceda como en esas historias de misterio, las mejores que se han escrito y contado a lo largo de toda la historia, en que muere el hombre llevándose a la tumba un secreto que, por tal motivo, nadie nunca podrá desentrañar.

Por el momento creo que el gran misterio está sintetizado en un mural que pintaron sus seguidores en un muro de Caracas, con colores muy brillantes como corresponde a esta manera de arte popular: al fondo una bandera venezolana y adelante, en este orden, de izquierda a derecha y de cuerpo entero: Simón Bolívar, un Cristo semidesnudo resucitado y el "presidente comandante" Hugo Chávez. Arriba, en grandes letras: "¡He resucitado! Patria, Socialismo o Muerte. Venceremos". La primera impresión que recibe el espectador es que quien dice lo de la resurrección es Chávez, y no el Cristo. Y si lo dice el Cristo, ¿a quién cargamos entonces lo de patria, socialismo o muerte? Se plantea esta duda si bien para mí está todo muy claro: Chávez se confunde con la propia figura de Cristo y de Bolívar y se siente resucitado. Habría que preguntarles a los médicos cubanos si creen que las cosas son así. En una de esas nos equivocamos.
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