La cartelización de las obras viales

En fecha 11 de abril del 2007, el entonces ministro de Obras Públicas Ing. Pánfilo Benítez declaró ante los medios que el costo de las rutas asfaltadas oscilaba entre 500.000 a 600.000 dólares el km. (ABC Color 10/04/07, Economía pág. 21). Se entiende que se refería al costo “inicial” o contractual. Pero si durante la construcción agregamos trabajos adicionales por modificación del proyecto después de la adjudicación, la incidencia de los mayores costos por incumplimientos de plazos, el costo del proyecto ejecutivo y la fiscalización, es de esperar que el precio final resultante supere con creces dicho valor. Ejemplos icónicos serían Ruta 9 (Transchaco) y Concepción-Pozo Colorado. Sumando las reparaciones durante más de tres décadas y la repavimentación próxima a licitarse, el costo de estas podría superar los US$ 1.200.000/km. 

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En esa oportunidad también afirmó el Ing. Benítez que el Paraguay para estar a la altura de nuestros vecinos debería contar como mínimo con 9000 km de rutas pavimentadas, que sería por ej. la longitud de la red vial asfaltada del Uruguay (cuya superficie es el 43,3% de nuestro territorio, cuenta con litoral marítimo y 3000 km de ferrocarriles). Pero teniendo en cuenta que actualmente de los 74.676 km de extensión que tiene la red vial paraguaya, solo el 8,26% se encuentra pavimentada, significaría que para completar la longitud ideal, en principio el país debería invertir unos 2850 millones de dólares para pavimentar un poco más de 2831 km, y quedaría pendiente el mejoramiento de 66.357 km de caminos secundarios con más de 18.000 puentes de madera desvencijados, que complementa el sistema de comunicación nacional. A esta cifra se deberá agregar lo que invertiría anualmente el Ministerio para conservar los hipotéticos 9000 km de rutas. Y teniendo en cuenta que por lo general, en nuestro país en promedio las rutas se recapan cada 4 años, a un costo de US$ 100.000 el km (serían US$ 25.000/km.año), significaría que cada año se deberán sumar otros US$ 225.000.000 al gasto público. 

La “Patria del recapado” 

Según declaraciones del exviceministro Atilio Heisecke, el MOPC dispone de US$ 8.000.000 anuales para conservar la red vial (ABC del 25/04/04, Economía, Pág. 24), con lo que apenas se podrían conservar unos 320 km de rutas al año de los hipotéticos 9000 km. Vale decir que si pretendemos mantener una red de 9000 km de rutas asfaltadas, además de la astronómica inversión inicial sumado mantenimiento, arrastraríamos al país a un creciente y progresivo endeudamiento, y estaríamos cargando deudas fabulosas sobre las espaldas de las futuras generaciones de paraguayos. 

Durabilidad del hormigón, fin de los negociados 

Al presente dado el costo de construcción y mantenimiento de las rutas asfaltadas en nuestro país, se deduce que no existe un techo para el precio de nuestras carreteras. Sin embargo, el “sistema” se cuida muy bien en ocultar que en la Ruta 4 en el año 1989 se construyó en forma experimental un tramo de 14 km de una calzada de hormigón de 18 cm de espesor y 6,5 m de ancho en el tramo San Ignacio -km 29. Y que a la fecha su comportamiento es inobjetable, a tal punto que en más de tres décadas que lleva en servicio, el Ministerio no invirtió un guaraní en conservación. De hecho, la durabilidad de esta tecnología atentaría directamente contra los intereses de la vialeras, y la cadena de comercialización que hay detrás, cuyo principal negocio se basa justamente en el bacheo, reparación, recapado, reconstrucción, restitución, etc., de las calzadas asfálticas de por vida. 

Construir nuevas políticas de Estado 

Hoy por hoy, la política vial que aplica el Ministerio a ultranza, condena a los contribuyentes a pagar una y otra vez por el mismo trabajo, y en la misma medida, un sector de las vialeras, consultoras y funcionarios venales seguirán beneficiándose in perpetuum. De adoptar el Estado una política que sincere los programas carreteros y erradique viejos vicios (direccionamiento de las licitaciones, adjudicaciones arbitrarias, sobreprecios, monopolización de los contratos, etc.) y construir rutas sostenibles, sería posible avanzar con el desarrollo vial tan necesario, y salir del penúltimo puesto que ocupamos en América en infraestructura de comunicación (solo por delante de Haití).

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