La “burla metódica” como forma de captar la realidad

Si buscan blasfemia, incomodidad y una loa a la libertad de expresión, Peroratas, de Fernando Vallejo, es el libro que están queriendo leer. Polémico como pocos, el autor, no escatima descalificativos para la Iglesia católica y los políticos, principalmente, en esta obra.

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No sabemos si Vallejo leyó alguna vez la obra “El arte de insultar” (Alianza. 2005), del polémico filósofo Arthur Schopenhauer (1788- 1860). Lo cierto es que el autor colombo-mexicano aplica muy bien varios de los aforismos que tenía el pensador alemán sobre diversos temas.

Los que siguen el trabajo de Vallejo, tanto las novelas como sus artículos o ensayos, saben que no pueden leerlo de manera tranquila. En Peroratas (Alfaguara, 2013), el autor, que renunció a su nacionalidad colombiana para adoptar la mexicana, habla sobre su amor a los animales, el machismo, su odio a la clase política y sobre el conflicto colombiano.

En los 32 textos que conforman la obra, entre conferencias, prólogos de libros y discursos, el escritor cuestiona todo, de manera provocadora, puntillosa y, a veces, brutal. De Colombia habla sobre la creación de un país que se convirtió en un matadero, luego de más de cincuenta años de guerra entre los diversos gobiernos y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, principalmente. Analiza la miseria humana de forma cruda y exterioriza su asquerosidad hacia la violencia reinante, en medio de tantas necesidades sociales y de muchas frustraciones colectivas a lo largo de las décadas.

En cuestiones personales habla sobre su familia y sobre sus amores y temores, además de cómo decidió hacerse mexicano luego de que le entablaran una demanda por ofender a la religión. Y es que, el autor de La Puta de Babilonia, libro recomendado para todo blasfemo, es uno de los latinoamericanos más críticos al catolicismo. Decenas de párrafos tira en contra de la sumisión, machismo y violencia engendrada por parte de los católicos durante estos dos mil años de historia.

Mención especial merece el capítulo “Wojtyla vive”, donde se refiere, sin mordazas ni censura, al papa Juan Pablo II, de quien afirma fue un “papa pérfido” que “goza impune de la eterna paz de la nada”. Y es que, según Vallejo, Wojtyla es culpable de varios crímenes, entre ellos, difundir la ignorancia y el miedo, rechazando el uso de preservativos, principalmente en África, continente absorbido por la propagación del sida. También lo acusa por defender y ocultar a los sacerdotes pederastas durante su pontificado y por oponerse al control natal, en un planeta superpoblado. El autor lo señala por haber extendido la mano a dictadores como Augusto Pinochet y Fidel Castro.

En el libro, Vallejo se acuerda de varios textos, incluyendo de El Quijote y de algunos escritores. Entre ellos, del Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez. En uno de sus ensayos, el intelectual fustiga contra “Cien años de soledad”, por la falta de originalidad de Gabo y por la soberbia con que actuó en vida. No se ahorra descalificativos y lo señala también por haber apoyado a la dictadura cubana.

Peroratas es un manantial de libertad de expresión y un canto de provocación que puede causar heridas a quienes no están acostumbrados a leer sobre la realidad, desde un ángulo totalmente diferente. Es un libro que enciende y divierte, al mismo tiempo, aunque puede incomodar a los lectores sencillos. Vallejo, una vez más, tira la piedra y se queda para ver la reacción. Hay que leerlo porque resume, rigurosamente, los matices multidisciplinares para entender no solo a Colombia o a México, sino a toda América Latina.

Interpelar la realidad a través del método de la burla o la crítica no es una tarea sencilla; se requiere no solo humor y brillantez, sino un amplio sentido de la autocrítica y de la crítica, además de una vasta cultura (esto último cuesta cada vez más, por la avasallante cantidad de información y conocimiento que se está creando en el mundo). Se precisa, al igual que un trabajo de investigación, rigurosidad y honestidad, al menos si se toma el humor seriamente. Socialmente, la “burla metódica” suele colaborar en la observación de los peligros (políticos, económicos, culturales, etc.) que la población suele olvidar o aceptar.

equintana@abc.com.py

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