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En los largos años que separan aquel hito histórico de la integración con nuestros días, de lo expresado por los presidentes Carlos Menem, de Argentina, y Andrés Rodríguez, de Paraguay (periodo 1989-1993), en nada se ha avanzado.
Si del lado paraguayo se ve un gran estancamiento en las mejoras del puerto de la Administración Nacional de Navegación y Puertos (ANNP), en el sector argentino el lugar de atraque de la balsa Villa Florida es realmente miserable.
A más de dos décadas de la puesta en funcionamiento del cruce fronterizo, el servicio se ha interrumpido en innumerables ocasiones, por distintos motivos.
Razones burocráticas, desperfectos en los motores de la balsa y las periódicas inundaciones han dejado sin opciones a los paraguayos y argentinos que deben cruzar la frontera.
En este momento, la suspensión de los cruces de la balsa ya lleva más de 4 meses y el fenómeno del Niño amenaza con postergar aún más su reanudación.
Esperemos que la lentitud que se demuestra a la hora de realizar las gestiones para normalizar el cruce, sea producto de algún plan de las autoridades de Formosa y Ñeembucú para mejorar las condiciones actuales de este servicio.
La pavimentación del camino de 40 kilómetros entre General Mansilla y Puerto Cano que era interpretada positivamente, como una obra previa a la construcción de un puente internacional con el Ñeembucú, hoy tiene otra connotación.
La segunda interpretación –Dios nos libre– es que a la vera de este camino será instalada la Planta Atómica CAREM, con el gran riesgo que esta implica.
Las autoridades nacionales y regionales, especialmente los representantes de nuestra Cancillería, son los responsables de que el proyecto de integración que lleva varias décadas siga fiel a sus objetivos iniciales ayudando a fortalecer las relaciones comerciales y el turismo.
Y no el de una aventura nuclear que ya siembra el temor y la incertidumbre, amenazando con catastróficas consecuencias a los vecinos de la región.
clide.martinez@abc.com.py